Los autócratas están de moda, la Democracia se pervierte, gobiernos y grupos de poder engañan y manipulan a sus pueblos con narrativas inverosímiles, la ley del más fuerte se normaliza, la razón ha dejado de ser una brújula de dirección para muchas naciones… Hasta que se configuran y revelan nuevos y vigorosos movimientos civiles.
No es que todo lo anterior sea una novedad, la Historia se repite, la degeneración de las formas de gobierno es una constante en la vida de los pueblos y puede responder a varios factores. El problema es que en 2025 la capacidad de daño de estos gobiernos autoritarios en países poderosos es de gran riesgo para el mundo entero.
A nadie asombra que, por ejemplo y muy a pesar de sus nobles pueblos, países como Cuba o Nicaragua se encuentren bajo el yugo de gobiernos tiránicos. Lo que sí llama la atención es que naciones avanzadas como los Estados Unidos de América o Israel se encuentren bajo la dirección de mandatarios que se comportan como reyes.
El caso particular de los Estados Unidos de América merece atención especial. La declaración de Derechos de Virginia y la Declaración de Independencia de las 13 colonias británicas de América del Norte en 1776 dieron origen a una nueva nación fundada sobre ideales liberales como la separación de poderes, la soberanía popular, la libertad en su sentido más amplio y los derechos inalienables.
“Todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes y tienen ciertos derechos inherentes, de los cuales, cuando entran en un estado de sociedad, no pueden ser privados o postergados”.(Artículo 1. Declaración de Derechos de Virginia)
“Sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.”(Preámbulo de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América).
Aunque por mucho tiempo la esclavitud persistió en los Estados Unidos, las bases filosóficas de la revolución americana forjaron una nación fundamentalmente libre que superó no sin fuertes resistencias la segregación racial y que consiguió a partir de puntuales movimientos sociales la plena vigencia de los derechos políticos y civiles.
Todo esto permitió, a pesar de sus grandes contradicciones, la consolidación de una potencia occidental que bajo el símbolo del águila americana fue aceptada y en mayor medida respetada como garante de la libertad, destructora de la barbarie nazi fascista y después protectora del totalitarismo comunista.
Hoy quien gobierna por segunda vez ese gran país pareciera que actúa bajo principios despóticos, intolerantes e inconvenientes para su mismo pueblo. Adopta la figura de rey y pasa por encima de las instituciones, tal como muchos otros de sus homólogos en el mundo.
Su visión racista y egoísta le hace perseguir migrantes que solo han hecho más productivo a su país y que componen un motor económico importantísimo, no le interesa mucho respetar las leyes y no dudaría en derrocar por la fuerza a gobernadores incómodos.
Puede ordenar bombardeos a otros países y aparecer en cadena nacional con gorra roja de Make America Great Again para anunciar el éxito de una operación basada en argumentos fraudulentos, le importa congraciarse con su base belicista, aunque poco es el mérito de que dos potencias nucleares agredan a una nación que no tiene ninguna.
No acepta fácilmente la crítica, llega a censurar medios y recorta recursos a las universidades que generan conocimiento diferente a los postulados afines. El autoritarismo se confirma.
La división estadounidense interna comienza a provocar violencia y disturbios;existe inconformidad por las redadas del ICE contra trabajadores, por el apoyo al genocidio en Gaza, por la mordaza a las universidades, por el desdén a la Democracia, por la xenofobia, por la homofobia, por los recortes a servicios sociales, por la ruta dictatorial del estado de guerra…
Muchos norteamericanos se han decepcionado de esta administración Trump, otros han articulado un movimiento considerablemente robusto que tomará mayor fuerza: No Kings. El pasado 14 de junio millones de estadounidenses se manifestaron para recordar al presidente que no es rey, que no se obedece a un trono desde 1776, que eso es fundamento de la nación que dirige.
Mr. President: All men are created equal.
“No explotarás al jornalero humilde y pobre, ya sea uno de tus
hermanos o un forastero que resida en tus ciudades.”
(Deuteronomio 24:14)

Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
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