La riqueza cultural de México es vasta, diversa y profundamente prolífica. Desde la era precolombina, el desarrollo cultural fue notable, aunque en aquel entonces no se reconociera con ese concepto. Las civilizaciones mesoamericanas —como los mayas, mexicas y zapotecas— dejaron un legado artístico impresionante en arquitectura, escultura, astronomía y escritura, que aún hoy asombra al mundo. Durante la época colonial, la cultura siguió siendo un pilar fundamental, manifestándose en escultura, pintura y arquitectura, con influencias de corrientes artísticas globales como el barroco, el neoclásico y el neogótico.
En la etapa moderna, México ha sido, en numerosas ocasiones, pionero en el desarrollo cultural a nivel internacional. Artistas como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco fueron piezas clave en la construcción de la identidad nacional, además de referentes mundiales gracias a sus innovadoras técnicas en el muralismo. No obstante, no podemos dejar de lado a otros creadores menos conocidos, pero igualmente influyentes: desde fotógrafos hasta artesanos tradicionales, cuyo trabajo refleja la diversidad y riqueza cultural de cada región del país.
Más allá de estas figuras icónicas, México posee un vasto acervo cultural que llenaría innumerables libros y catálogos en todas las disciplinas artísticas. Un motor importante de este desarrollo ha sido la inversión gubernamental en distintas etapas de la historia, que ha impulsado la pintura, la arquitectura y la escultura a lo largo del territorio. Sin embargo, estas inversiones han sido irregulares y, muchas veces, insuficientes frente a la magnitud del potencial cultural mexicano.
Hoy la pregunta es: ¿qué está haciendo México actualmente por la cultura y el arte? La Ciudad de México alberga alrededor de 170 museos de distintas temáticas, lo que evidencia una oferta cultural amplia, aunque aún por debajo de ciudades como Londres, con más de 250 museos, o París, que cuenta con más de 200. Nueva York, por su parte, posee instituciones como el MoMA, uno de los museos de arte moderno más influyentes del mundo, que recibe residencias académicas y organiza exposiciones de alcance global.
A pesar de estas cifras, el impacto de la cultura en la sociedad mexicana parece limitado. Así como existe una marcada desigualdad económica, también hay una brecha cultural: para muchos mexicanos, la exposición a corrientes artísticas ajenas a su comunidad local es mínima. Aunque la cultura popular goza de un arraigo profundo, su alcance más allá de ciertas comunidades es reducido. Esto implica que una parte significativa de la población no tiene acceso a expresiones culturales diversas, lo que perpetúa una visión fragmentada y parcial de lo que representa México en el mundo.
México, además, es uno de los países que más ha sufrido procesos de apropiación cultural, lo que demuestra que nuestras comunidades generan propuestas estéticas de alto valor, tanto para su entorno como para el exterior. En este sentido, es destacable la respuesta institucional —incluyendo acciones legales y políticas públicas— para proteger y reconocer las culturas de los pueblos originarios. No obstante, aún queda mucho por hacer para que estos esfuerzos lleguen a todos los rincones del país y para que la cultura se convierta en un verdadero motor de cohesión social y orgullo nacional.
El sector cultural en México abarca mucho más que museos y patrimonio: comprende 35 tipos de industrias, tanto comerciales como sin fines de lucro, que incluyen artes escénicas, museología, diseño y producción audiovisual. Según el INEGI, el PIB cultural se desglosa en tres grandes áreas:
- Actividades de mercado, realizadas por agentes privados con fines de lucro, que representan el 2.19 % del PIB nacional.
- Actividades de los hogares, como trabajo voluntario o comercio informal de productos culturales, que aportan un 0.39 %.
- Gestión pública, es decir, las acciones del gobierno para facilitar el acceso y la difusión cultural, con una contribución del 0.16 %.
En términos de empleo, el sector cultural ha generado más de 1.4 millones de puestos de trabajo y representa aproximadamente el 2.7 % del PIB nacional, es decir, alrededor de 820 mil millones de pesos. Comparativamente, en Estados Unidos el sector cultural representa el 4.2 % del PIB —cerca de 1.386 billones de dólares— y ocupa el tercer lugar mundial en aportación económica, después de Corea del Sur y el Reino Unido. México, en este ranking, se ubica en el puesto número 15.
Estos datos muestran que México cuenta con un enorme potencial aún no del todo explotado. El país posee creatividad, historia, tradición y talento; sin embargo, la brecha de acceso y el limitado financiamiento restringen su capacidad para convertir la cultura en un verdadero motor económico y social. Invertir más en educación artística, infraestructura cultural y difusión de eventos podría fortalecer la identidad nacional y generar un impacto tangible en la economía.
Con un patrimonio cultural tan sólido, México tiene el potencial de producir más bienes culturales que generen consumo interno y, al mismo tiempo, impulsen el desarrollo económico en todos los niveles sociales, desde las familias hasta el país en su conjunto. Aprovechar este potencial no solo fortalecería nuestra identidad cultural, sino que también representaría una oportunidad concreta de crecimiento económico y de posicionamiento internacional como una potencia cultural.

Elias Ascencio
Diseñador gráfico, fotógrafo y docente con más de 30 años de trayectoria artística y educativa. Maestro en Administración Pública y doctorante en Semiótica, ha trabajado en Metro CDMX y marcas nacionales. Líder filantrópico y promotor cultural en México.


