Comunismo, izquierda y el miedo mal entendido
Cada vez que en México se discuten políticas sociales, el papel del Estado o la llegada de gobiernos identificados con la izquierda, aparece una frase automática: “Vamos camino a ser Cuba o Venezuela”. La consigna se repite con tal insistencia que parece verdad histórica. Sin embargo, descansa en una confusión deliberada entre teoría política, historia nacional y miedo como herramienta electoral.
Para desmontar ese mito conviene mirar dos cosas que suelen omitirse: la historia concreta de México y la experiencia comparada de otras democracias contemporáneas.
El comunismo: una utopía teórica, no un sistema aplicado
El comunismo, en la formulación de Karl Marx, nunca fue un modelo de gobierno aplicable de inmediato. En La crítica del Programa de Gotha (1875), Marx lo describe como una fase final del desarrollo histórico, posterior incluso al socialismo, caracterizada por la desaparición del Estado y de las clases sociales.
Marx nunca diseñó instituciones comunistas ni propuso economías planificadas rígidas. Por el contrario, advertía que la historia no puede forzarse desde esquemas abstractos:
“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen bajo circunstancias elegidas por ellos mismos”.
El comunismo, en consecuencia, no es una experiencia histórica comprobada, sino un horizonte filosófico que jamás se ha materializado.
México ya tuvo una izquierda fuerte… y no fue Cuba
Uno de los datos que el discurso del miedo omite es que México ya vivió gobiernos con una izquierda nacionalista, estatista y profundamente intervencionista, sin convertirse en una dictadura comunista.
El caso más claro es el cardenismo (1934–1940). Lázaro Cárdenas:
- Expropió la industria petrolera.
- Nacionalizó ferrocarriles.
- Repartió más de 18 millones de hectáreas en ejidos.
- Fortaleció sindicatos y organizaciones campesinas.
En su momento, la prensa conservadora de Estados Unidos y México advertía que el país “iba rumbo al comunismo”. No ocurrió. México siguió siendo capitalista, con propiedad privada, mercado interno y relaciones internacionales abiertas.
El PRI: autoritarismo sin comunismo
Durante más de 70 años, México vivió bajo un régimen hegemónico y autoritario, encabezado por el PRI. No fue comunista, pero sí concentró poder, controló elecciones, reprimió disidencias (1958, 1968, 1971) y administró un Estado profundamente intervencionista.
Este dato es crucial: México ya conoció el autoritarismo sin comunismo. La historia demuestra que el problema no fue la ideología económica, sino la falta de contrapesos democráticos.
La transición iniciada en los años noventa —IFE, autonomía del Poder Judicial, pluralidad legislativa— no fue una “concesión ideológica”, sino una respuesta a décadas de concentración del poder.
Cuba y Venezuela: el problema no fue la izquierda, sino el poder sin límites
Cuba y Venezuela no son advertencias contra la justicia social, sino advertencias contra el poder perpetuo. En ambos casos:
- Se eliminaron o vaciaron los contrapesos.
- Se subordinó la justicia al Ejecutivo.
- Se usó el discurso social para justificar la permanencia en el poder.
Como documenta Freedom House, ambos países se ubican entre los regímenes con menores libertades políticas del continente.
México hoy: capitalismo, elecciones y disputa institucional
México sigue siendo una economía capitalista integrada al mercado global. El T-MEC, la inversión extranjera, la banca privada y la propiedad privada siguen intactas. Más del 80 % del PIB proviene del sector privado.
El actual gobierno representa una izquierda populista, con tensiones reales con órganos autónomos y la prensa, pero no ha eliminado elecciones, ni prohibido partidos, ni abolido la propiedad privada. Compararlo con Cuba o Venezuela no es análisis: es exageración política.
Derechas autoritarias: el espejo incómodo
El error frecuente es creer que el autoritarismo es patrimonio exclusivo de la izquierda. No lo es.
En Estados Unidos, el trumpismo puso en entredicho pilares democráticos básicos:
- Deslegitimación sistemática de elecciones.
- Presión directa sobre autoridades electorales.
- El asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.
La politóloga Ruth Ben-Ghiat clasifica este fenómeno como autoritarismo competitivo desde la derecha.
En Argentina, el actual gobierno ha:
- Descalificado públicamente al Congreso y al periodismo.
- Gobernado por decretos de necesidad y urgencia.
- Deslegitimado a opositores y movimientos sociales como “enemigos”.
No se trata de comunismo, sino de liderazgos personalistas que erosionan instituciones, desde posiciones ideológicas opuestas.
El verdadero eje: democracia o autoritarismo
Como señaló Norberto Bobbio, la diferencia entre izquierda y derecha es la actitud frente a la igualdad, no frente a la libertad. La libertad se pierde tanto con discursos revolucionarios como con discursos ultraliberales si el poder se concentra.
El eje central hoy es democracia contra autoritarismo, no comunismo contra capitalismo.
El miedo como narrativa política
Decir “México va a ser Cuba” es eficaz porque el miedo sustituye al análisis histórico. Pero la historia mexicana demuestra lo contrario: incluso con Estados fuertes, nacionalizaciones y gobiernos de izquierda, México no se convirtió en una dictadura comunista.
Conclusión
México no va rumbo al comunismo porque el comunismo nunca ha existido como sistema aplicado.
México tampoco va rumbo a Cuba o Venezuela porque su historia demuestra que el país ha oscilado entre autoritarismo y democracia dentro del capitalismo, no fuera de él.
La lección es clara y aleccionadora:
los países no fracasan por buscar justicia social, sino por permitir que el poder se quede sin límites.
Y ese riesgo no tiene ideología.
David Gamboa
Mercadólogo por la UVM. Profesional del Marketing Digital y apasionado de las letras. Galardonado con la prestigiosa Columna de Plata de la APCJ por Columna en 2023. Es Editor General de ADN A Diario Network.
