Durante años creí que la educación financiera era un tema técnico, reservado para contadores, economistas o gente que vivía entre gráficos y balances. Yo pensaba que con trabajar duro, pagar mis cuentas y evitar deudas “innecesarias”, estaba del otro lado. Pero la vida y el país me demostraron lo contrario.
La verdad es que todos, sin excepción, estamos parados sobre una realidad económica que no entendemos del todo. Y esa falta de entendimiento se paga caro.
En distintos momentos de mi vida al emprender, al administrar un proyecto, al enfrentar gastos inesperados me topé con la misma pared: no basta con esfuerzo, hay que saber manejar el dinero.
Esa parte nadie la enseña. No viene en la escuela, no viene en la universidad, no viene siquiera en los consejos familiares que nos repiten desde niños.
Tuve que aprender a golpes conceptos que hoy considero básicos: flujo, interés real, ahorro formal, inversión responsable. Me encontré ante decisiones que pude haber tomado mejor… si hubiera tenido la información a tiempo. Y entendí que no es un problema individual: es un síntoma de algo más profundo en México.
En más de una ocasión, me sentí frente a herramientas digitales que prometían facilitar la vida: apps bancarias, plataformas de inversión, simuladores de crédito.
Pero no entendía todo lo que debía entender, y eso me hizo consciente de algo doloroso:
México avanza en tecnología, pero no en claridad.
La brecha digital no es solo no tener Internet; es tenerlo y no saber cómo usarlo para tomar decisiones financieras informadas.
He visto a personas y me incluyo en esa lista en ciertos momentos aceptar términos sin leer, dar clic sin entender, tomar créditos sin calcular, o desconfiar de todo porque no hay quien acompañe ese aprendizaje.
La tecnología abre puertas, sí. Pero muchas veces las deja abrir para encontrarte con un cuarto al que no sabes cómo entrar.
También aprendí algo más incómodo:
Hablar de educación financiera es fácil cuando se tiene estabilidad económica.
Pero ¿qué pasa cuando el dinero apenas alcanza para completar la semana?
¿Cómo planear un ahorro si lo urgente te come lo importante?
Ahí comprendí la trampa en la que vive buena parte del país.
La información puede estar disponible, pero si los ingresos no alcanzan, la gente no puede aplicar lo que aprende. Y esa sensación de “estoy haciendo lo correcto, pero sigo sin avanzar” es frustrante y profunda.
Por eso digo que la falta de recursos no es solo una realidad social; es un obstáculo emocional que impide construir hábitos y confianza.
En el camino, he conocido historias y vivido algunas donde el talento, la creatividad y el trabajo duro se ahogan porque no hay bases financieras sólidas.
México está lleno de emprendedores que dan la vida por sus proyectos, pero no tienen acceso a financiamiento justo, ni herramientas de administración, ni acompañamiento para crecer.
Y entendí algo que hoy digo con firmeza: no podemos seguir impulsando el emprendimiento sin impulsar la educación financiera al mismo nivel. Emprender sin entender el dinero es como manejar de noche sin luces.
A través de mi propio aprendizaje me di cuenta de que no estaba sola.
Mis dudas, mis tropiezos y mis vacíos formativos son exactamente los mismos que enfrentan millones de mexicanos todos los días.
Todos queremos tomar mejores decisiones.
Todos queremos crecer.
Pero no todos tenemos las herramientas ni las condiciones para hacerlo.
Hoy, después de recorrer este camino a veces con pasos firmes y a veces tambaleándome, tengo claro cuáles son los retos que no pueden esperar:
Educar financieramente desde la escuela, con ejercicios reales y no solo teoría.
Cerrar la brecha digital, no solo con conexión, sino con acompañamiento y capacitación.
Transparentar el sistema financiero, para que nadie tenga que adivinar lo que firma.
Garantizar financiamiento justo, que no castigue a quien emprende.
Llevar programas presenciales a zonas donde la información no llega, porque la educación tiene que tocar territorio, no solo pantallas.
Hoy entiendo que la educación financiera no es un lujo, ni un tema “para expertos”.
Es la herramienta que te permite cuidar lo que ganas, multiplicarlo, proteger a tu familia y construir proyectos que duren.
Mi propia experiencia me enseñó que la ignorancia financiera no es culpa nuestra; es parte de un sistema que nunca priorizó formarnos.
Pero también me enseñó que aprender es posible, necesario y transformador.
Y si algo deseo para México es que dejemos de caminar a ciegas en un tema que define nuestro bienestar más que cualquier otro.
Porque al final, entender el dinero no es solo una habilidad económica.
Es una forma de libertad.
Nora Sevilla
Comunicadora y periodista experimentada, actualmente Jefa de Comunicación en Cd. Juárez del Instituto Estatal Electoral y Tesorera en la Asociación de Periodistas de Ciudad Juárez. Experta en marketing político y estrategias de relaciones públicas, con sólida carrera en medios de comunicación.
