Me gustaría empezar por definir qué es la fuerza: podría entenderse como poder, autoridad o influencia que algo o alguien ejerce sobre otros, o bien como un grupo organizado con capacidad de acción. Basado en este concepto, la fuerza de tu voz es precisamente eso: poder. Y el poder tiene un mundo de directrices. Es un recurso muy importante en cualquier ámbito de tu vida. Sin embargo, el poder mal empleado puede causar daño, y en el caso de la voz, las palabras y la comunicación pueden incluso provocar heridas irreversibles. Porque no, las palabras no se las lleva el viento cuando hablamos de lastimar.
Estoy segura de que hay en tu mente alguna frase que te marcó, buena o mala, que recuerdas y nunca olvidarás. La autoridad conlleva una gran responsabilidad. Si tienes la autoridad para emitir un mensaje, imagina la responsabilidad que eso implica. Con nuestros hijos, por ejemplo, ellos nos ven con autoridad y dan por hecho que lo que decimos es correcto, incluso cuando hablamos de ellos. Podemos moldear de forma positiva o negativa su propio concepto de persona. Como ese niño que escuchó de su mamá que era un inútil, o aquel que tenía como apodo “campeón”.
La fuerza de tu voz también determina tu alcance. Cuanto más has desarrollado esa fuerza —sí, desarrollado, porque es algo que puede mejorarse—, mayor será tu impacto. Si has invertido tiempo y esfuerzo en hacer que tu voz tenga más fuerza, tu alcance será mucho mayor. Por ejemplo, en una reunión, si hay necesidad de comunicar un mensaje, puede que tú seas la persona elegida para tomar el micrófono y hacerlo.
Ahora bien, no hablo solamente de tener facilidad de palabra o de hablar en público: la fuerza de tu voz puede ser increíblemente poderosa incluso si solo hablas uno a uno. Por ejemplo, cuando eres la persona referente en algún tema y alguien te llama para preguntarte algo, lo que tú le digas puede ser tomado como la mejor opción, porque esa persona reconoce en ti esa fortaleza y autoridad sobre ese tema.
Saber que esta fuerza existe y entender en qué ámbitos nos impacta es el primer paso. Utilizar esta habilidad y desarrollarla no es fácil. Pero en el concepto de fuerza también está presente otra palabra: influencia. La influencia de nuestras palabras, para bien o para mal, para sumar o para lastimar, es una elección. Y debemos preguntarnos si somos conscientes o no de la fuerza de nuestra voz.
Mujer, hoy deseo invitarte a valorar la fuerza de tu voz, a emplearla en beneficio personal, pero también en beneficio de otras. Con nuestras palabras podemos edificar o destruir a otra mujer. Que tus palabras sean tan hermosas como tú; que tu intención sea tan determinante y benéfica como tu propósito de vida; y que lo que salga de tu boca no te envenene, si en algún momento te toca tener que tragarte tus palabras.
Modremos nuestras palabras, rompamos el silencio si lo que diremos es más valioso que ese silencio. Seamos asertivas en el mensaje que comunicamos. Fortalezcamos este que es uno de nuestros superpoderes. No olvidemos que todo superpoder conlleva una gran responsabilidad.
Hagamos de nuestra voz algo consciente, positivo y de bien. No solo para nosotras, sino también para quienes nos rodean. Que la fuerza de tu voz deje siempre un buen sabor, una huella positiva en la memoria de quienes te escuchen o lean.
Recuerda que tu voz puede ser luz en momentos de oscuridad, puede ser consuelo, esperanza, guía o inspiración. Usa tu voz para construir puentes, abrir caminos y sembrar semillas de amor, verdad y empatía. Deja que tu voz sea reflejo de tu alma y legado de tu grandeza.
Con amor,
Erika Garay
Erika Garay
Estratega de ventas y liderazgo femenino, Erika Garay inspira a romper techos y reescribir historias. Desde el diseño y las neuroventas hasta el coaching y la motivación, impulsa a mujeres a liderar con propósito. Voz de "En Positivo" y pluma de ADN A Diario Network, es guía en el camino hacia una vida plena, poderosa y sin límites.
