Claudia Sheinbaum envió una carta al Consejo Nacional de Morena que ha sacudido las estructuras internas del partido. En ella, la presidenta de México exige respeto a los tiempos electorales, disciplina partidaria y, sobre todo, ética política. Aunque el documento se presenta como una directriz general, es evidente que tiene destinatarios concretos. Y aunque Andrea Chávez insista en que “no es para ella”, la realidad salta a la vista, esta carta tiene nombre y apellido.
Durante semanas, Chávez ha realizado actos anticipados de campaña de manera descarada, buscando posicionarse en el poder ejecutivo, sin disimulo alguno. La manera en que da “servicio” de salud por los poblados de chihuahua, su sobreexposición en redes, su participación en eventos protagónicos y su despliegue de recursos hablan de una estructura adelantada que vulnera no sólo la legalidad electoral, sino la ética que Sheinbaum pretende imponer. La presidenta incluso abordó este tipo de conductas en una mañanera, señalando, sin rodeos, la falta de ética de algunos actores de su propio movimiento.
Curiosamente, poco tiempo después, Sheinbaum salió a decir que Chávez era una “militante ejemplar”. ¿Qué cambió en tan poco tiempo? Nada, excepto la necesidad política de alinearse. Porque el mensaje de fondo está claro: hay reglas, hay jerarquías y hay tiempos, y quien no los respete será exhibido, aunque después se intente matizar. Andrea Chávez puede decir que la carta no era sobre ella, pero todos los que observamos desde afuera, sin fanatismos, sabemos que sí.
Como ciudadana crítica, celebro que se haya enviado esta carta. No por lo que dice, sino por lo que representa, un intento de devolverle algo de institucionalidad a un movimiento que en ocasiones se ha comportado más como un club de lealtades personales que como un partido político. Porque la política necesita reglas, pero también necesita que se cumplan, sobre todo desde el poder.
El caso de Chávez no es el único, pero sí es simbólico. Representa la vieja política disfrazada de juventud. La misma ambición de siempre, pero con filtros de Instagram. Por eso es urgente que Sheinbaum no sólo diga que busca una nueva ética pública, sino que la aplique, aunque eso le cueste cercanías, lealtades o silencios incómodos.
Aplaudo la carta. Aplaudo la intención. Pero también se exige coherencia. Porque si este país va a cambiar, debe empezar por dejar de premiar a quienes creen que el poder se hereda, se impone o se presume antes de tiempo. Soberbia pura.
También me parece importante que en la carta Sheinbaum hable del nepotismo, porque ya era hora de ponerle freno a esas prácticas tan dañinas. Aunque esta ley no se aplicará hasta 2030, los morenistas firmaron que van a tener que acatarla desde 2027, y eso ya dice algo. No pertenezco a las filas morenistas, pero siendo ellos quienes gobiernan, mínimo da un respiro saber que al menos se habla de ética y responsabilidad. Ojalá no se quede sólo en el papel.
Vamos a ver que sucede…

Mayra Machuca
Abogada, Activista, Columnista, Podcaster.
Especializada en análisis y asesoría jurídica, cuenta con experiencia administrativa y jurídica con habilidades destacadas en la resolución de problemas y coordinación de tareas. Experta toma de decisiones estratégicas. Activa en Toastmasters y Renace y Vive Mujer.


