Cuando escuchamos la palabra alineación dentro de los partidos políticos, muchos imaginan algo negativo: obedecer sin cuestionar, seguir la línea aunque no se esté de acuerdo, o callar lo que se piensa por miedo a represalias. Pero ¿y si te dijera que la alineación bien hecha no solo es útil, sino necesaria para que un partido funcione y avance?
El problema no es alinearse, sino cómo se llega a esa alineación.
La política no puede quedarse solo en el debate eterno o en cada quien jalando para su lado. Para lograr cambios reales, se necesita que un partido tome decisiones claras y que sus integrantes las respalden públicamente. Pero eso solo funciona si antes hubo diálogo, análisis colectivo y participación real de todas las voces.
El Instituto Nacional Electoral (INE), en su estudio de 2023 sobre la democracia interna de los partidos en México, reveló que aquellos que generan procesos de reflexión y acuerdos antes de tomar una postura como el PAN, Movimiento Ciudadano y, en algunos aspectos, Morena tienen mayor cohesión legislativa y proponen más iniciativas exitosas. El informe muestra que estos partidos, al fomentar la deliberación antes de la toma de decisiones, lograron un 35% más de iniciativas aprobadas frente a los que actúan sin rumbo común o con imposiciones desde arriba.
Y aquí está el punto clave: alinearse no es malo si antes hubo oportunidad de opinar, disentir y construir juntos una postura. No es lo mismo un partido dictador, que impone sin escuchar, que uno que primero analiza con sus militantes, abre el diálogo, y luego se une para impulsar una decisión colectiva.
En tiempos donde todo se polariza y parece que opinar diferente es traicionar, entender la diferencia entre alineación consciente y obediencia ciega es urgente. Alinearse, después de haber sido parte del proceso, es actuar con ética política y con visión de equipo.
Los partidos jóvenes y modernos tienen que dejar atrás el modelo de “líder todopoderoso” y apostarle a espacios donde todos puedan influir en la agenda. ¿Cómo se logra? Con foros internos, consultas reales, transparencia en las decisiones, y sobre todo, con respeto por la pluralidad. Porque nadie quiere ser parte de un partido que ignora a su gente, pero tampoco sirve uno donde nadie se compromete con nada.
La clave no está en pensar igual, sino en construir juntos y luego empujar parejo. La alineación no es un freno a la libertad: es una herramienta que, si se usa bien, fortalece la unidad, da dirección, y muestra al electorado que ese partido sí sabe a dónde va.
Porque si un partido no puede ponerse de acuerdo adentro, ¿cómo va a convencer a la gente allá afuera?

Mayra Machuca
Abogada, Activista, Columnista, Podcaster.
Especializada en análisis y asesoría jurídica, cuenta con experiencia administrativa y jurídica con habilidades destacadas en la resolución de problemas y coordinación de tareas. Experta toma de decisiones estratégicas. Activa en Toastmasters y Renace y Vive Mujer.


