El nuevo jefe de la Iglesia Universal ha adoptado el nombre de León XIV, el romano Pontífice a diferencia de Francisco aparece en el balcón papal ataviado de la indumentaria tradicional. Su nombre es una clara referencia a su predecesor León XIII de quien a propósito no debemos perder de vista una de sus obras escritas más conocidas: la encíclica Humanus Genus.
Dicho por él mismo, León XIV continuará el legado pastoral de Francisco: el camino sinodal, la atención a los débiles y marginados, la clara adhesión al concilio Vaticano II, la búsqueda de la Justicia Social.
En este sentido es significativa la elección del nombre, recordemos que con León XIII la Iglesia Católica viene a proponer de manera más formal una Doctrina Social propia; que condena el socialismo y comunismo, pero también la explotación inhumana de los trabajadores en el sistema capitalista.
León XIII clarifica con la encíclica Rerum Novarum el pensamiento de la Iglesia comprometido con la justa retribución al trabajador y la función social de las instituciones en un ambiente donde el marxismo, incompatible con la tradición católica, aparecía con fuerza en los círculos intelectuales.
Si a la ambigüedad en el tema social León XIII respondería con Rerum Novarum, en el tema filosófico doctrinal pondría una barrera infranqueable con el relativismo al publicar la encíclica Humanus Genus.
Humanus Genus (género humano en español) se publica en abril de 1884 en un contexto donde se experimentaban cambios políticos y sociales irreversibles en el mundo occidental.
La separación Iglesia Estado traía consecuencias de gran calado en la convivencia humana: la Educación, el matrimonio, las instituciones políticas, dejaban gradualmente de estar controladas o influidas por la Iglesia romana para pasar a funcionar formalmente bajo el poder civil.
El poder civil tendía a ser laico, los Derechos del Hombre y del Ciudadano se aceptaban a partir de la revolución francesa que había derribado al absolutismo. El “libre pensamiento” de alguna u otra manera venía a oponerse al orden político, económico y social que la Iglesia bendijo por mucho tiempo.
El documento Humanus Genus divide radicalmente al género humano entre buenos y malos, en dos bandos, quienes siguen al Reino de Dios y quienes siguen al Reino de Satanás.
Retoma la obra de Agustín de Hipona: la ciudad de Ciudad de Dios que se contrapone a la Ciudad del Hombre. Condena literalmente a la “sociedad masónica” que se constituye desde el secreto, conspira y trabaja permanentemente contra la Iglesia.
Señala a la “secta masónica” de corromper y buscar destruir el orden político y social de inspiración cristiana; se condena al naturalismo, que no acepta dogmas, asume la independencia de cada persona y parte de la razón humana.
Las ideas naturalistas que ya adoptaban los Estados en cuanto a la igualdad en derechos, la soberanía popular y la libertad religiosa llevaban según el documento a la subversión política y a la degradación moral.
Humanus Genus defiende la revelación divina y la necesidad de que las instituciones funcionen a partir de la existencia de Dios y de la guía de la Iglesia.
El llamado de León XIII respondía a tratar de mantener o recuperar la influencia de la Iglesia en la vida política y social del mundo cristiano de acuerdo al “orden establecido por la Providencia”.
Advertía de no unirse ni colaborar con las “sectas masónicas” esencialmente malas, unidas en destruir a la religión católica y que se levantan contra la soberanía de Dios.
Finalmente, los cambios políticos y sociales que se vivían en esos años se consolidaron en Estados liberales que adoptaron la idea de la soberanía popular, la separación Iglesia Estado, la libertad política, la igualdad ante la ley, la libertad de creencias.
El mundo occidental no por esto dejó de ser cristiano, si bien este se secularizó y existieron periodos de conflicto y persecución, la Iglesia Católica pudo seguir en su papel espiritual coexistiendo con los Estados establecidos.
La condena al relativismo filosófico y moral seguirá inamovible, León XIV sabrá adaptar a los nuevos tiempos y desafíos la labor de la Iglesia en llevar el mensaje de su fundador sin modificar, más bien reafirmando la fe católica. Paradójicamente el mal que identificaba León XIII en su momento hoy puede ser favorable para la misión de la Iglesia.
“Y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción? Dícenle: «Del César.»
Entonces les dice: «Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios.»”
(Mateo 22:20-21)

Moisés Hernández Félix
Lic. en Administración Pública y Ciencia Política, candidato a Maestro en Administración en curso. Ha sido funcionario público federal y docente en nivel media básica y medio superior. Se especializa en gobernanza educativa y políticas públicas.
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