“Otra vez la burra al maiz”
Dicho popular mexicano
Dicen por ahí, en una frase muy trillada, que la definición de locura se resume en “seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes”. Y por las estrategias que desarrollan los lideres de la oposición mexicana me parece que, o no se han enterado de esta frase, o verdaderamente les afecta la locura.
Una vez más vuelven a recurrir al mismo libreto ensayado varias veces y que invariablemente les ha resultado en fracaso. ¿Será acaso que no recuerdan como les fue con el disfraz de Chalecos Amarillos Mexico? ¿o con el de la Marea Rosa? ¿o con la campaña de Narco gobierno, o Narco presidenta? ¿O el más vergonzoso y cómico de todos el de #XochitlGalvezPresidenta2004?.
Si, así como lo oye, en la campaña del 2024 sus bots replicaron 2004. Todos estos intentos digitales de aglutinar a la sociedad mexicana en contra de los gobiernos de la 4T o de crear una falsa ilusión de mayoría opositora han terminado con el mismo resultado: el fracaso.
¿Y que acaban de hacer el fin de semana pasado? Lo mismo.
La marcha de esta ocasión se empezó a armar desde inicios de octubre, cuando la televisora de Salinas Pliego, el conocido evasor fiscal y enemigo declarado de la 4T, empezó a dar voz a un influencer de nombre Carlos Bello. Este influencer, quien por su edad y comentarios se identifica con la llamada Generación Z, es quien a mediados del mes deja entrever que “se estaba organizando una marcha”.
En la segunda mitad de octubre empieza a aparecer –en cuentas recién creadas de TikTok e instagram– la convocatoria para la marcha del 15 de noviembre. Este llamado creció no debido a una participación orgánica de mexican@s en las redes, sino gracias al impulso de conocidos personajes y organizaciones de la derecha internacional que patrocinan u operan con granjas de bots, como Roberto Salinas Leon con Atlas Network, Javier Negrete de Derecha Diario Mexico, Agustin Antonetti de Fundación Libertad y otros.
Desde luego que también participaron las cabezas visibles de la derecha mexicana como Vicente Foz, Claudio X Gonzalez, Alessandra Rojo de la Vega o la bancada del PRI. Todos montándose sobre la supuesta espontaneidad de la Generación Z que exigía se revocara el mandato a la presidenta Claudia Sheinbaum.
El primero de noviembre ocurrió el deleznable asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, y los supuestos miembros de Generación Z no dudaron en cambiar el discurso y adaptar el suceso a su estrategia de generación de miedo. Imágenes generadas con IA empezaron a mostrar escenas de violencia con edificios incendiados y destrucción por todas partes.
Tiktokers e influencers afines a la oposición trataron de reforzar la campaña pronosticando terribles escenarios de violencia, por ejemplo, un buen amigo que es anti-AMLO me compartió, no sé si asustado o indignado, un TikTok de una tal Frann, donde se daba por seguro que a los jóvenes que estaban convocando a la protesta “los va a matar el narco porque la presidencia los exhibió en la mañanera”. De ese tamaño es el intento de crear un temor absurdo que busca generar la oposición.
En fin, el sábado pasado la realidad se impuso; ni las más de 150 cuentas de TikTok, ni las mas de 350 en Facebook -se estima el gasto en 90 millones de pesos- que estuvieron impulsando el evento hicieron que las marchas tuvieran mas asistencia que la efectuada por la extinta Marea Rosa.
Es verdad que asistieron personas de buena fe, que por razones válidas no están de acuerdo con la 4T, como mi buen amigo Javier Melendez Cardona, viejo compañero del ahora extinto PRD, y quien compartió en sus redes sociales que “las protestas trastocaron la narrativa de la alta popularidad de la Presidenta Sheinbaum”.
En los años 90, a quienes estábamos en el PRD nos daba mucho gusto llenar plazas, algo infrecuente fuera de Michoacán o la CDMX, mucho más infrecuente en Chihuahua, y nos imaginábamos que plaza llena equivalía a elección ganada. Pero no era así, como tampoco lo fue con el zócalo lleno de la Marea Rosa. Como sound bite para propaganda está bien, pero como estrategia para retomar el poder, es demostrar que siguen sin comprender la realidad mexicana.
Otra persona que también cayó en el engaño – ¿o seria parte? – fue la señorita Aldonza Gonzalez, compañera nuestra de este mismo medio quien escribió un artículo denominado “La generación que no pide permiso”. En dicho texto la analista intenta destacar, primeramente, que la convocatoria es real, y no digitalmente artificial, y segundo, quiere hacer ver, que toda la generación Z – al unísono dirían los clásicos – estará presente en dicha marcha.
Con grandilocuencia sierra su artículo diciendo “Porque cuando una generación entera se levanta, no hay valla que la detenga. Porque cuando el futuro grita, el presente tiembla. ¡Y Ya llego el momento!”.
Qué bonito cierre, pero no, no hay tal.
Si hubo personas en lo individual, siempre los hay, que estuvieron secundando el llamado, pero la viralidad se alcanzo de manera artificial, como hoy ya se conoce. Y lo más triste, la asistencia a la marcha estuvo más cerca de los baby boomers que de los convocantes de la Generación Z; y más cerca del PRIAN como la propia señorita Aldonza, que de la sociedad civil a la que buscan convencer.
Quien escribe estas líneas, su servidor, estoy del lado de la 4T, pero también estoy convencido que hace falta una oposición inteligente y creativa que represente con eficacia al inevitable segmento de la población que no se siente representado por el actual gobierno. De eso se trata la democracia.
Desgraciadamente el PRIAN y sus patrocinadores siguen sin ver la necesidad y el valor del contacto con la sociedad, y lo siguen tratando de remplazar con likes, sound bites, y trending topics. Si al menos fueran reales y no inflados por granjas de bots les iría mejor.
Es cuánto.

José Antonio Blanco
Ingeniero Electromecánico. Juarense egresado del ITCJ con estudios de maestría en Ingeniería Administrativa por la misma institución y diplomado en Desarrollo Organizacional por el ITESM. Labora desde 1988 en la industria maquiladora. Militó en el PRD de 1989 al 2001.
En la actualidad, un ciudadano comprometido con las causas progresistas de nuestro tiempo, sin militancia activa.
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