Lo que ocurre con Karla Sofía Gascón es lo que muchas mujeres conocemos como “te exijo perfección”. No podemos cometer errores, porque cualquier tropiezo es utilizado como una excusa para invalidarnos por completo. Cuando una persona trans o una persona racializada se equivoca, el juicio es inmediato y despiadado. Sin embargo, cuando hombres blancos son abiertamente racistas u homófobos, su discurso se normaliza, se justifica como «opiniones personales» o simplemente se olvida con el paso del tiempo.
El caso de Karla Sofía es solo otro recordatorio de que las minorías no reciben la misma indulgencia que otros sectores de la sociedad. Mientras otras figuras siguen siendo celebrados en ciertos círculos a pesar de las graves acciones, las mujeres negras, indígenas y las personas trans son sometidas a una vigilancia constante. Se nos castiga no solo por nuestros errores, sino por los de cualquiera que comparta nuestras características. Es la ley no escrita de la opresión: si eres parte de una minoría, debes ser impecable, porque cualquier fallo será usado para desacreditar a toda tu comunidad. Esto no significa que Karla Sofía Gascón no deba ser cuestionada por sus palabras. Pero la respuesta a su error no puede ser el linchamiento público ni la humillación sin sentido. Si realmente creemos en la justicia social, debemos recordar que la lucha por un mundo mejor no se basa en reproducir las mismas dinámicas de odio y exclusión que combatimos. Si buscamos un cambio real, tenemos que ser capaces de criticar sin destruir, de corregir sin arrasar, y de educar sin deshumanizar.
La lucha contra la discriminación no puede ser un simple juego de revancha. Se trata de construir un mundo más justo, no de perpetuar los mecanismos de violencia simbólica que históricamente han servido para oprimirnos. Karla Sofía tiene que rectificar, sin duda. Pero la manera en que respondamos a su pensamiento racista, dirá mucho sobre qué tipo de justicia queremos realmente para las minorías. Si van un poco hacia el pasado, en el 2019 paso algo similar con Yalitza Aparicio, ella se dio a conocer por su papel en la película roma de Alfonso Cuaron, ella fue objeto de la atención mediática en su mayoría de manera negativa desde su nominación al Oscar. Los ataques no habian sido más que críticas sobre su talento actoral, su apariencia y su origen indígena, la diferencia es que a pesar de esta controversia que envolvió a Yalitza ella ha sido apoyada por muchos, quienes vemos su trayectoria como símbolo de esperanza y representación para comunidades indígenas y afromexicanas.
Las personas que luchamos por los derechos sociales no deberíamos caer en las mismas dinámicas de acoso y linchamiento que criticamos de la sociedad. No podemos permitirnos el lujo de disfrutar con la caída de alguien, por muy equivocado que esté. Es fundamental condenar el racismo y la transfobia, pero también debemos preguntarnos hasta qué punto es justo que los errores de una persona se conviertan en un castigo colectivo para una comunidad entera. Probablemente Karla Sofía siga pensando lo mismo que expresó en redes, pero en este momento, más que enojarnos con ella, deberíamos enfocarnos en la estructura que permite que estos discursos sigan proliferando. No podemos caer en la trampa de la violencia simbólica contra una sola persona cuando el problema es sistémico. Al final, se corre el riesgo de perder de vista el objetivo: la erradicación del odio y la discriminación, no la destrucción de individuos.

Ángeles Gómez
Fundadora en 2014 de Ángeles Voluntarios Jrz A.C. dedicada al desarrollo de habilidades para la vida en la niñez y juventud del sur oriente de la ciudad. Impulsora del Movimiento Afromexicano, promoviendo la visibilización y sensibilización sobre la historia y los derechos de las personas afrodescendientes en Juárez.


