La semana pasada solamente les conté ‘por encimita’ sobre el gobierno de Hungría y sus políticas públicas en favor de la familia. En esta ocasión quisiera contarles un poco más sobre lo exitoso que ha sido este modelo y sobre todo contextualizarlo a lo que pasa actualmente en Chihuahua, después el fatídico fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para legalizar el aborto hasta los 9 meses de gestación.
Hungría es uno de los países modelo por cuidar a las familias y por ofrecer todas las facilidades de gobierno para fortalecerlas. A diferencia de otros países de Europa, en Hungría hay grandes incentivos para las mujeres que se convertirán en madres, empezando por una licencia de maternidad de 2 a 3 años según sea el caso; después del segundo hijo hay una excepción total de impuestos (algo similar al Impuesto Sobre la Renta en México) de por vida, así como el apoyo para adquirir casa y automóvil. Es decir, que todas las familias y sobre todo las mujeres se sientan acompañadas por el gobierno en su proceso de maternidad. El gobierno en todo momento protege la vida de cada uno de los miembros de la familia ¿quién podría oponerse a esto? Además, los servicios de guardería para familias con dos o más hijos son completamente gratuitos, para que los papás puedan seguir trabajando con la tranquilidad de que sus hijos están bien cuidados.
Defender la vida de todos, incluyendo los más indefensos es algo que debe ser prioridad para cualquier gobierno, eso lo tienen perfectamente claro en Hungría, pero no en Mexico. La semana pasada, el estado de Chihuahua se convirtió en el estado 21 en que la SCJN obligue a sus diputados a legislar para permitir el aborto sin ningún límite, lo que quiere decir que puede practicarse hasta los nueve meses de gestación. Esto de verdad, ¡es una barbarie! porque todos quienes sabemos lo básico de biología sabemos que a los nueves de gestación y mucho antes, un bebé está completamente formado. El dilema después de esta determinación de la Corte no es el contenido, ni los motivos por los que los ministros nos imponen su criterio, si no lo que sigue después de esto. La primera acción será pedirles a nuestros legisladores sean valientes y acaten lo que los ciudadanos realmente queremos, no lo que la Corte refiere. Lo segundo que me parece lo más importante aún, es cuidar de nuestras mujeres en todo momento.
En Hungría rige una ley similar a la que ahora la Corte nos impone, pero los protocolos médicos para recibir a mujeres o jóvenes embarazadas son el gran diferenciador. Los médicos les ofrecen apoyo emocional y psicológico para salvaguardar la vida de ambos, canalizan a la mujer con programas gubernamentales necesarios para que nunca más se sientas solas o en estado de vulnerabilidad, esto incluye para aquellas mujeres que se encuentren en situación de abuso o violencia. Dentro de todo este procedimiento, la oferta de abortar o matar al bebé no se pone sobre la mesa, la cultura de protección a la vida y la familia va por encima de todo. Aún y cuando su legislación no prohíbe el aborto, las tasas de abortos se han reducido drásticamente en los últimos años. Ellos son ejemplo claro del ‘como sí’ lograr defender la vida en todo momento.
Esta es la lucha que sigue ante el panorama tan desalentador que hoy se nos presenta con las determinaciones de la SCJN, defender a las mujeres, defender su integridad y su vida libre de violencia, pelear por su salud mental que es arrebatada cuando viven un aborto, sea legal o no. La pérdida de un hijo en el vientre tiene consecuencias irreparables en la vida de las mujeres y eso se profundiza mucho más cuando el bebé es concebido en situaciones de violencia. ¡Tenemos una gran misión! La imposición de la Corte nos obliga a ser creativos a quienes creemos fielmente que debemos salvar las dos vidas. La misión apenas comienza.

Marisela Terrazas
Ex Diputada por el PAN en Chihuahua. Doctorante en Ciencias de la Educación por la Universidad Libre de Bruselas, Bélgica. Maestra en Educación por UTEP, ex directora del Instituto Chihuahuense de la Juventud y experta en políticas públicas juveniles.