Las cifras de violencia sexual infantil en México me estremecen, pero lo que ocurre en Chihuahua —y muy particularmente en Ciudad Juárez— me obliga a alzar la voz. No basta con indignarnos ni con compartir estadísticas frías: es urgente pasar de la reacción tardía a la prevención, de la indiferencia a la acción, de la omisión a la justicia real.
Entre 2024 y la primera mitad de 2025, 738 menores de apenas 1 a 6 años fueron víctimas de delitos sexuales en Chihuahua. 349 de ellos sufrieron violación y 389 abuso sexual. ¿Cómo permanecer en silencio ante una realidad que vulnera a los más indefensos?
En mi ciudad, Ciudad Juárez, solo entre mayo y julio de 2025 se presentaron 416 denuncias por abuso sexual y violación; 194 de esas víctimas eran menores de edad. Y no es un hecho aislado: la Fiscalía Especializada de la Mujer investiga 71 casos en guarderías, con víctimas de apenas 2 a 6 años. Espacios que deberían ser seguros se han convertido en lugares de riesgo.
Juárez concentra el mayor número de violaciones denunciadas en el estado: en un periodo de ocho meses se registraron 535 casos, más de la mitad de todo Chihuahua. Y en la capital del estado, entre 2021 y 2023, se documentaron 1,380 menores víctimas de delitos sexuales. Estos números son rostros, son infancias interrumpidas, son silencios impuestos por el miedo.
Frente a esto, no puedo ni quiero callar. Como madre, como ciudadana, como parte de esta sociedad, estoy convencida de que la primera línea de defensa está en casa. Debemos reconocer las señales de alerta: cambios bruscos de conducta, retraimiento, síntomas físicos, miedo inexplicable. No esperar a que “el menor hable”. Hablar con nuestros hijos de su cuerpo, de su derecho a decir “no”, de que nadie puede tocarlos sin su consentimiento. Enseñarles que hay adultos confiables a quienes acudir.
También es nuestra responsabilidad asegurarnos de que las escuelas y guarderías cuenten con protocolos de seguridad, personal capacitado, filtros de confianza y rutas claras de denuncia. Y, sobre todo, no guardar silencio. Denunciar, documentar, buscar apoyo psicológico, acudir a las instancias especializadas. Cada minuto de silencio es complicidad involuntaria.
La Ley en Chihuahua establece que los delitos sexuales contra menores son imprescriptibles desde 2011. No importa cuánto tiempo haya pasado: siempre se puede denunciar. Pero aunque eso existe en el papel, la realidad nos golpea: muchas denuncias terminan sin sanción. En Juárez celebramos una sentencia de cinco años por abuso sexual a una adolescente, pero ¿cómo conformarnos con que ese sea el “ejemplo”? No puede ser la excepción, debe ser la regla.
La justicia debe ser rigurosa, transparente, imparcial. Debemos exigir que Fiscalía, ministerios públicos, peritos y jueces actúen con profesionalismo, que se cumplan los más altos estándares de investigación y acompañamiento a víctimas. Que haya protección integral, que los procesos no revictimicen, que las sentencias sean ejemplares.
El nuevo sistema de justicia en México tiene hoy una responsabilidad histórica. No basta con leyes ni con discursos: necesitamos resultados. Queremos ver reducción de la impunidad, investigaciones serias, sentencias que envíen un mensaje claro: en Chihuahua y en México, la violencia sexual contra menores no quedará impune.
Cada número representa una infancia rota, un derecho arrebatado. Las casas no pueden seguir siendo lugares de silencio. Yo, desde mi responsabilidad personal y ciudadana, alzo la voz para exigir que se actúe con hechos. El llamado es doble: desde lo doméstico, empoderar, educar, prevenir; desde lo institucional, investigar, juzgar, sancionar.
La infancia no puede esperar. Reclama justicia hoy, no promesas mañana.

Nora Sevilla
Comunicadora y periodista experimentada, actualmente Jefa de Comunicación en Cd. Juárez del Instituto Estatal Electoral y Tesorera en la Asociación de Periodistas de Ciudad Juárez. Experta en marketing político y estrategias de relaciones públicas, con sólida carrera en medios de comunicación.


