Hay una idea muy cómoda en algunos gobiernos: si falta dinero, se cobra más. No importa si las familias ya están ajustadas, si la inflación aprieta o si el salario no alcanza. Subir impuestos parece siempre la salida fácil. El problema es que no siempre es la correcta.
Eso ocurrió con la propuesta de aumento al Impuesto Predial en el municipio de Chihuahua.
La Ley de Ingresos planteaba incrementar 5.5% la base de cálculo, además de aplicar actualizaciones catastrales que llegan hasta 8.5%. Todo esto mientras el propio Municipio reconoce que la inflación proyectada será de 4.5%. Es decir, se pretendía cobrar por encima de la realidad económica de la gente.
La pregunta es incómoda, pero necesaria: ¿por qué pedirle a las familias que paguen más de lo que la inflación justifica? ¿Desde cuándo la recaudación se volvió sinónimo de cargarle la mano a quien ya cumple?
Desde la Comisión de Hacienda sostuve una postura clara. No estamos en contra de la recaudación ni de la estabilidad financiera del Municipio. Estamos en contra de los aumentos injustificados. Gobernar no es estirar la liga hasta que se rompa, es tomar decisiones responsables, incluso cuando implican poner límites.
Por eso defendimos que el incremento del predial se ajustara únicamente al nivel de inflación. La propuesta fue aprobada. No se desfinancia al Municipio, pero sí se evita que miles de familias paguen de más. Así de simple. Así de justo.
Recaudar bien no es recaudar más, es recaudar con sentido. Cuando los cobros son razonables, la gente cumple. Cuando parecen abusivos, se rompe la confianza y se erosiona la relación entre ciudadanía y gobierno.
Este debate dejó algo claro: cuidar las finanzas públicas no puede hacerse a costa del bolsillo de la gente. El dinero público se cuida desde el ingreso, no solo desde el gasto.
Desde el Congreso seguiremos revisando cada peso que se cobra y cada peso que se gasta. Porque poner límites también es gobernar.

Brenda Ríos
Orgullosa Chihuahuense. Amo y respeto la naturaleza. Soy mamá de Alex Benjamin, Austria Camila y esposa de Alex LeBaron. Mi pasión siempre ha sido el servicio público/civil, me inspira luchar por grandes causas que cambien el mundo. Empresaria agrícola y consultora ambiental.


