Los bomberos de Ciudad Juárez son héroes sin capa, pero también sin equipo. Cada vez que suena la sirena, salen a la calle con cascos vencidos, camiones parchados y mangueras que parecen reliquias de museo. Aun así, arriesgan su vida por salvar la nuestra. Y mientras tanto, las autoridades reparten presupuestos en fiestas, espectaculares y ocurrencias políticas.
En días recientes, un grupo de ciudadanos inició una colecta de firmas para exigir que se les garantice a los bomberos un porcentaje fijo dentro del presupuesto municipal. Es triste, pero revelador: la sociedad civil tiene que hacer lo que los gobiernos olvidaron, recordarles que la vida humana vale más que cualquier promesa de campaña.
Pero aquí viene lo grave: Juárez está levantando edificios de más de 20 pisos de altura. Torres modernas que presumen desarrollo, inversión y modernidad. ¿Y si ocurre un incendio allá arriba? ¿Con qué equipo podrán los bomberos atender una emergencia? La respuesta, por ahora, es tan simple como escalofriante: con ninguno.
Los bomberos de Juárez son el alma de la ciudad: en 2024, respondieron a más de 10,000 emergencias, desde incendios hasta rescates, según el Heroico Cuerpo de Bomberos. Pero los videos en redes sociales muestran la cruda realidad: mangueras desgastadas, trajes protectores parchados y camiones que parecen sacados de un deshuesadero. A pesar de esto, arriesgan todo.
En 2023, un bombero juarense murió en un incendio por falta de equipo adecuado, y la tragedia no parece importar a los de arriba. Mientras el presupuesto municipal de Juárez en 2025 destinó apenas el 2% a seguridad pública, según el Consejo Ciudadano de Seguridad, los bomberos siguen operando con migajas. ¿Así agradecemos a quienes corren hacia el fuego?
Juárez está cambiando su rostro con edificios de más de 20 pisos, como la Torre Centinela y diferentes más que serán apartamentos, colosos de 20 niveles que presume modernidad, pero también riesgo. Según el Instituto Nacional de Protección Civil, un incendio en un rascacielos requiere escaleras aéreas de al menos 30 metros, sistemas de rociadores y equipos de respiración autónoma (SCBA) modernos. ¿Qué tenemos en Juárez? Camiones con escaleras que no pasan de 15 metros y equipos de respiración que datan de los 90.
Es por ello que no basta con aplausos ni medallas póstumas. Necesitamos camiones de escala, trajes de última generación, oxígeno suficiente y capacitación constante. Lo mínimo para que los bomberos no terminen siendo víctimas del mismo fuego que pretenden apagar. Porque si un incendio estalla en el piso 20, ¿cómo subirán? ¿Con buenas intenciones? La ciudad crece hacia el cielo, pero nuestros bomberos están anclados al suelo.
Este no es un tema de lujos, sino de prioridades. O los gobernantes invierten en equipar a los bomberos, o los rascacielos de Juárez serán monumentos a la negligencia. Y cuando llegue la tragedia —porque siempre llega— no bastarán los discursos ni los minutos de silencio.
La colecta de firmas iniciada por ciudadanos en 2025 es un grito desesperado: los bomberos necesitan un porcentaje fijo en el presupuesto local. En otros países, como EE.UU., programas como los Assistance to Firefighters Grants destinan millones para equipo, entrenamiento y camiones; en Juárez, el presupuesto municipal se diluye en obras de relumbrón mientras los bomberos mendigan recursos. Según FireRescue1, el costo de un traje protector moderno (PPE) es de 3,000 dólares, y un camión con escalera aérea supera el millón. En Juárez, el presupuesto de bomberos no cubre ni el 10% de esas necesidades.
Para que Juárez no arda en promesas vacías, urge actuar:
Primero, asignar un 5% del presupuesto municipal (unos 500 millones de pesos en 2026) al Heroico Cuerpo de Bomberos, con un fondo específico para equipo moderno: escaleras aéreas de 30 metros, trajes PPE certificados y SCBAs nuevos.
Segundo, exigir que cada nuevo rascacielos cumpla con códigos de seguridad internacionales, incluyendo rociadores obligatorios y simulacros con bomberos.
Tercero, crear un programa estatal de subsidios, como los 30 millones de dólares que Pennsylvania destinó en 2025 para equipos de bomberos, para renovar camiones y capacitar personal.
Cuarto, transparentar el presupuesto: que cada peso se audite y se informe a la ciudadanía, como propone Fire Engineering.
Y quinto, apoyar la colecta ciudadana: que las firmas se conviertan en una ley local que blinde los recursos para los bomberos. No más discursos, no más fotos: queremos acción.
Exijamos ahora, no después. Los bomberos no necesitan palmaditas en la espalda: necesitan equipo para seguir salvando vidas sin perder la suya.
César Calandrelly
Comunicólogo / Analista Político
