La visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a Ciudad Juárez se perfila como un evento cargado de simbolismo político, pero también como una prueba de las demandas históricas de una ciudad que no puede permitirse más promesas vacías.
Esta frontera, marcada por la violencia, la desigualdad y la precariedad de servicios urbanos, observa con desconfianza y esperanza cada movimiento del poder central.
No es casualidad que Juárez se haya convertido en el escenario elegido para presentar avances y compromisos; la visibilidad federal puede abrir puertas, pero también deja al descubierto las carencias estructurales que la ciudad arrastra desde hace décadas.
Desde el punto de vista positivo, la visita ofrece oportunidades concretas. Que la presidenta elija Juárez como sede de su informe significa un reconocimiento de su relevancia estratégica, no solo económica, sino social.
La ciudad aporta más de 30 mil millones de dólares anuales en exportaciones, alberga a más de 1.5 millones de habitantes y es un nodo crítico de la frontera norte.
Este reconocimiento puede traducirse en recursos adicionales, inversiones en infraestructura y políticas públicas focalizadas, particularmente en movilidad y seguridad.
Por ejemplo, el transporte público juarense registra más de 700 mil vehículos registrados y un sistema de movilidad saturado, con una calificación de satisfacción ciudadana de apenas 5.4 sobre 10.
Un compromiso claro de modernización del transporte urbano no solo aliviaría la congestión, sino que mejoraría la calidad de vida de miles de ciudadanos.
Otro aspecto positivo es la potencial atención a la educación y al bienestar social.
La creación de nuevos centros de educación y cuidado infantil puede ofrecer espacios seguros para niños y un soporte indispensable para mujeres trabajadoras, un sector que históricamente ha enfrentado desventajas significativas.
Además, la oportunidad de coordinar esfuerzos entre niveles de gobierno —federal, estatal y municipal— podría resultar en estrategias más efectivas en seguridad y justicia, particularmente en un contexto donde la percepción de inseguridad es alta; casi 70% de los juarenses reportan sentirse inseguros en su localidad, a pesar de las estadísticas oficiales de reducción de homicidios.
Sin embargo, la visita también expone los riesgos y limitaciones que podrían convertir el evento en un acto simbólico más que en un motor de transformación.
La desconexión entre anuncios y resultados tangibles es una preocupación latente.
Juárez ha sido escenario de promesas incumplidas; obras anunciadas que tardan años en materializarse, recursos federales que no llegan o programas sociales que quedan reducidos a cifras sobre papel.
La ciudad exige claridad, plazos, presupuestos precisos y, sobre todo, mecanismos de seguimiento ciudadanos que eviten que cada anuncio se diluya en retórica.
La seguridad es quizá el reto más visible. Si bien la reducción de homicidios reportada por el gobierno federal es un dato alentador, la percepción ciudadana no ha cambiado sustancialmente. Coordinar a distintas corporaciones, superar inercias institucionales y garantizar justicia efectiva es una tarea que no se resuelve en un discurso de 30 minutos ni en una visita de un día.
La ciudadanía exige resultados medibles, no solo promesas de presencia y compromiso.
Finalmente, existe un riesgo político; que Juárez se convierta en escenario de clientelismo, donde anuncios y recursos se utilicen más como espectáculo electoral que como soluciones reales.
La historia local demuestra que los beneficios tangibles rara vez llegan a quienes más los necesitan.
Por ello, es imperativo que la administración federal vincule los compromisos con planes claros de implementación, indicadores de éxito y participación ciudadana activa.
En conclusión, la visita de Claudia Sheinbaum a Ciudad Juárez es una oportunidad para demostrar que la “transformación” puede ser tangible, que la inversión y la coordinación pueden generar cambios reales en una ciudad que lo necesita.
Pero también es un recordatorio de los riesgos; promesas incumplidas, discursos vacíos y la presión política que puede desviar los recursos de su propósito original.
Para que esta visita marque un verdadero antes y después, es necesario que los juarenses, la prensa y los actores locales mantengan un escrutinio crítico, exigiendo que los compromisos se traduzcan en acciones concretas y sostenibles.
Solo así, el simbolismo de la visita podrá transformarse en un verdadero impacto en la vida cotidiana de la frontera.

Guadalupe Parada Gasson
Economista, experta en comercio exterior, periodista y docente con amplia trayectoria en sectores público y privado. Ha dirigido medios impresos y digitales, liderado proyectos de comunicación y formación, y se ha desempeñado en ventas, publicidad y relaciones públicas. Destaca por su perfil multidisciplinario, visión estratégica y compromiso con la gestión social y educativa. Recientemente presidenta de Rotary Club Juárez Real (2023–2024).


