Confieso que el título fue para llamar tu atención y que abrieras esta columna. Te diré cuál es el título real: Tu último día. Cómo cambia tu percepción cuando la vida de la que hablas es la de alguien más, a cuando el protagonista eres tú.
Tu último día podría ser hoy; mi último día podría ser hoy; o el de un amigo, el de tu padre, el de mamá.
Hace unos días falleció un buen amigo con quien viajé varias veces a Chihuahua a los seminarios del diplomado de entrenadores personales de la AFCF, de donde soy vicepresidente. Mi buen amigo, a quien llamaba Don Agus, es… fue un compañero de viaje extraordinario. Sus pláticas durante el viaje siempre eran interesantes, y ni se diga de sus consejos.
Su partida me tomó por sorpresa y decidí escribir sobre un tema muy importante: el último día.
La vida no es segura, aunque pareciera que por lo menos mañana sí lo tendremos. Es totalmente mentira. Cuando decimos “mañana”, hablamos de algo incierto. Sí, y lo repetiré: no es seguro que mañana amanezcas. Don Agus era un entrenador físico; hacía ejercicio todos los días, comía saludable, se vitaminaba y, no se diga, su energía y buena vibra eran positivas, alegres, de esas que disfrutas tener en tu día.
Tu último día sí es seguro; sin embargo, no sabrás cuál será ese último día. Tal vez sea hoy. ¿Apostarías todo tu reino por asegurar que hoy no lo es? Yo no. Hoy no puedo asegurar que no es mi último día. ¿Y qué crees? Tú tampoco. Esto me hizo pensar mucho al respecto. Entre lágrimas y recuerdos alegres sobre mi amigo, pensaba en lo sorpresiva que fue su partida.
Basado en que el mañana es incierto, mi conclusión, después de reflexionar en que ese día llegará —no solo el mío, sino el de cada uno de mis seres queridos, e incluso el dolor más grande: el de los hijos—, es que debemos valorar más cada instante. Sí, también pensé en eso, pues pareciera absurdo imaginarlo, pero las noticias trágicas reforzaron mis pensamientos: la noticia de una familia que viajaba en carretera y, de pronto, un árbol cae sobre su auto y muere la mitad de quienes viajaban en él; una van donde fallecen cuatro personas, incluyendo dos pequeños de menos de diez años. Así que me he decidido a no echar en saco roto lo que mi buen amigo Don Agus me dejó, aun sin saberlo: valorar cada día, pues algún día ese será el último.
Hoy te invito no a llorar porque tus hijos, tus padres, tus hermanos o tus mejores amigos podrían morir, o tú… no, no es a eso.
Te invito a valorar cada momento y cada bendición.
El nuevo amanecer no es obligación: es un regalo que cada día debemos agradecer.
Cada abrazo de mis hijos, cada “te amo”, cada cena con mis papás, cada convivencia, cada viaje, ese café entre amigas, esa reunión familiar, esa posada, ese beso, esa caricia… nunca sabes cuándo será la última vez.
¿Qué harías si hoy fuera tu último día? ¿Apretarías más a tus hijos en ese abrazo? ¿Harías el amor? ¿Perdonarías traiciones? ¿Pedirías perdón? ¿Dirías “te amo” a tus papás, a tus hermanos?¿O verías Facebook todo el día? ¿Pasarías el día viendo series?
¿Disfrutarías la vista de ese hermoso paisaje, esa sensación cálida en la ducha? ¿Agradecerías? ¿Estarías satisfecho de lo que has hecho hasta hoy? ¿Imaginas las fotos que aparecerían en el video de tu funeral, o quiénes irían?
Te invito a meditar al respecto y a no dejarlo solo en un pensamiento.
Hoy, y desde hoy, cada día me he propuesto darle la oportunidad a mi día de ser el mejor día de mi vida, porque algún día será mi último día.
Así que, si nos vemos próximamente, estaré feliz de recibir y corresponder un abrazo, una charla, cariño en todas sus expresiones.
Con amor Erika Garay
Erika Garay
Estratega de ventas y liderazgo femenino, Erika Garay inspira a romper techos y reescribir historias. Desde el diseño y las neuroventas hasta el coaching y la motivación, impulsa a mujeres a liderar con propósito. Voz de "En Positivo" y pluma de ADN A Diario Network, es guía en el camino hacia una vida plena, poderosa y sin límites.
