Hace ochenta años, George Orwell publicó una novela corta satírica de apenas cien páginas que explica mejor que cualquier tratado de ciencia política lo que México está viviendo hoy.
Le recomiendo mucho leerla, se llama: Rebelión en la granja y, si la leen reemplazando “cerdos” por “morenistas” (es una granja, no hay referencias personales), “Granja” por “el país” y al “Sr. Jones” por “la mafia del poder”, van a sentir que se escribió ayer en Palacio Nacional, con la laptop de algún asesor millennial.
En la granja mexicana los animales (nosotros) nos cansamos del granjero neoliberal y sus capataces prianistas. Los cerdos más listos –encabezados por un viejo verraco carismático que hablaba bonito y repetía “primero los pobres”– nos convencieron de que era posible un mundo nuevo. Prometieron siete mandamientos grabados en la pared del establo:
Pero los cerdos son cerdos.
Napoleón (ya saben quién) corrió a Bola de Nieve (cualquier disidente interno que se atreviera a cuestionar), entrenó perros feroces (la Guardia Nacional), y poco a poco la pared del establo empezó a cambiar de noche:
Entonces, los borregos (la base dura) siguen diciendo el nuevo eslogan: “¡Cuatro patas bueno, dos patas mejor!”. Los caballos de trabajo (la clase media que aún paga impuestos) están exhaustos. Los burros (los intelectuales críticos) han desaparecido o están en el matadero de la “polarización útil”. Y los perros guardianes patrullan para que nadie se acerque a leer lo que ahora dice la pared.
Los cerdos ya no distinguen entre ellos y los antiguos granjeros. De hecho, cuando invitan a cenar a los humanos (“inversionistas patrióticos, pa´no poner nombres”), los animales de abajo miran por la ventana y ya no saben quién es quién.
Orwell lo advirtió: toda revolución que entrega el poder absoluto a un grupo de cerdos termina con los cerdos caminando erguidos, brindando con los antiguos opresores y cambiando la leyenda final del establo.
México, 2025: la granja sigue en pie. Los mandamientos originales se borraron hace rato.
Y en la pared, con letras doradas y bien iluminadas, sólo queda una frase: “Todos los animales son iguales… pero algunos animales son más 4T que otros”.
Bienvenidos al segundo piso del chiquero.

César Calandrelly
Comunicólogo / Analista Político


