El régimen centralista ya escogió su campo de batalla: imponer una ley de aguas escrita desde el desprecio, diseñada para despojarnos y ejecutada con la voracidad de quienes jamás han puesto un pie en la tierra que alimenta a México. Hoy, más que nunca, debemos reconocer una verdad incómoda pero innegable: contra un gobierno sordo, indolente y atrincherado en su mayoría ilegítima, solo queda la fuerza organizada del pueblo. Y esa fuerza debe golpear donde más le duele al régimen: en el dinero.
Chihuahua cumplió. Marchó. Bloqueó. Dialogó. Tocó las puertas del Congreso de la Unión, de las secretarías, de cada espacio donde se suponía que aún sobrevivía un mínimo de sensatez. Pero nada pudo romper la cerrazón del centralismo. El régimen incumplió su palabra y se negó a escuchar la voz del norte. Traicionaron a los campesinos que sostienen la mesa mexicana. Traicionaron a los trabajadores que viven del campo. Traicionaron a Chihuahua, que les exigió justicia y recibió despojo.
Ante semejante atropello, ¿qué camino queda? El régimen confía en que sigamos haciendo lo mismo de siempre: protestar sin incomodarlos, exigir sin tocar su poder, reclamar sin afectar su bolsillo. Por eso aprobaron esta ley, convencidos de que la indignación del norte se apagaría sola. Por eso se burlaron del diálogo, ignoraron a los productores y aprobaron una legislación que convierte a Chihuahua en una colonia hídrica, obligada a entregar su agua sin derecho a decidir.
Pero se equivocan.
Hoy lo digo con claridad, con responsabilidad y con la firmeza que demanda la hora histórica: la huelga fiscal es el único instrumento legítimo y eficaz que nos queda para frenar el abuso. Suspender el pago de impuestos federales no es un capricho ni un arrebato; es una defensa civil, federalista y profundamente democrática ante un régimen que decidió romper el pacto de respeto con los estados del norte.
Si no escucharon las marchas, escucharán el silencio de las arcas.
Si no atendieron los argumentos, atenderán la ausencia de ingresos.
Si no respetaron al campo, tendrán que respetar la fuerza económica de Chihuahua.
Porque este estado aporta, produce, exporta y sostiene buena parte de la riqueza nacional. Y no vamos a seguir financiando a un gobierno que nos roba nuestra agua, que nos trata como vasallos y que se atreve a legislar en contra de nuestra dignidad.
La huelga fiscal no es el fin. Es el inicio.
Es la herramienta que equilibra la balanza cuando el centralismo la ha inclinado con abuso y con impunidad.
Porque cuando la justicia no llega por la vía del diálogo, llega por la vía de la resistencia.
No lo pedimos. No lo provocamos.
Pero si quieren guerra fiscal, Chihuahua está listo.

Francisco Sánchez Villegas
Geoestratega, abogado humanista, defensor de la ilustración y político disruptivo.
Desde el cargo de Secretario del Ayuntamiento del Gobierno Independiente de Parral, ha impulsado una trascendental agenda de empoderamiento ciudadano. Fundador y Curador de Casa Ícaro, Think Tank concentrado en el futuro y la libertad.
Pensador neorenacentista propulsor de polímatas. Buscador de mentes virtuosas. Antifrágil.
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