En política, pocas palabras concentran tanta fuerza y significado como acuerdo. No se trata solo de un documento firmado o de un apretón de manos frente a las cámaras. Un acuerdo implica reconocer al otro, aceptar que no se puede avanzar en soledad y que la convivencia entre personas, partidos o naciones exige respeto, igualdad y voluntad de diálogo.
Un acuerdo es el terreno común donde las diferencias se transforman en compromisos, donde la desconfianza se convierte en cauce de cooperación. Y ese terreno solo es posible cuando los actores participantes se reconocen como iguales. La verdadera prueba de cualquier pacto es si logra trascender el desequilibrio de poder y se sostiene en la dignidad de las partes.
La historia demuestra que los acuerdos que nacen de la imposición se quiebran pronto, mientras que aquellos que se construyen desde el respeto tienen la posibilidad de perdurar. En ese sentido, cada acuerdo es también un espejo de los tiempos: refleja la capacidad de los líderes para anteponer la visión compartida a la confrontación.
Hoy, el nuevo entendimiento entre México y Estados Unidos otorga un reconocimiento especial a la presidenta. No solo como mandataria que buscó el diálogo en condiciones complejas, sino como figura política capaz de llevar a un actor como Donald Trump —caracterizado por su resistencia a los consensos con otros países— a un terreno de acuerdo. Ese es, quizá, el mayor triunfo: demostrar que aún en medio de tensiones, la palabra acuerdo puede imponerse como vía para dignificar la relación entre dos naciones.
Que tan capaz se siente usted en estos tiempos de llegar a acuerdos?

Nora Sevilla
Comunicadora y periodista experimentada, actualmente Jefa de Comunicación en Cd. Juárez del Instituto Estatal Electoral y Tesorera en la Asociación de Periodistas de Ciudad Juárez. Experta en marketing político y estrategias de relaciones públicas, con sólida carrera en medios de comunicación.


