Coldplay / The Scientist (2002)
“Nobody said it was easy.”
Callar y mandar no es acto sencillo: requiere contención, cálculo y temple. El silencio cargado de intención no es ausencia, mas bien es decisión y si algo nos dice esta semana política es que el poder cuando guarda silencio, gana respeto.
Allá por 2010 el Lic. Javier González Moken se acercó a su servidor saliendo de un evento, quizá le causó curiosidad ver que no estaba acompañado ni platicando con nadie, y estuvimos platicando alrededor de diez minutos y le conté mis impresiones sobre conocer de cerca las estructuras políticas, algunas frustraciones y otras observaciones y me dijo: “Sr. Licenciado, el silencio en la política es la madre de las virtudes” y que razón tenía.
Últimamente, el silencio ha cobrado un prestigio inquietante y me refiero precisamente al del consejo del Lic. González, y le explico: no es el de los tímidos, ni el de los prudentes, sino el otro; el silencio de quien sabe que hablar es opcional cuando ya se tiene el control. En esta era de declaraciones vacías y escándalos instantáneos, hay figuras que han perfeccionado el arte de no decir nada… y lograrlo todo.
Hay silencios que son un grito mudo de poder, como el caso del presidente Trump, por ejemplo, viajó hasta Alaska para reunirse con el presidente Putin, la escena tenía más escenografía que una entrega de premios, bueno al menos mascara: jets sobrevolando, alfombra roja, banderas ondeando, y todos los elementos para vender la idea de un encuentro histórico, pero al final, no hubo acuerdos, nada concreto, solo una foto y una frase: “muy productivo”.
Tradúzcase: ¡nada que reportar!
Vladimir Putin, por su parte, sonrió como quien ya sabe que el espectáculo fue suficiente, pero el efecto se dio en Ucrania, donde la sola sugerencia de concesiones territoriales encendió alarmas, entendieron perfectamente ese silencio, ese hueco entre palabra y palabra, se llenó con sospechas.
Y bueno, mientras los drones estadounidenses hacían piruetas en el cielo, el silencio diplomático comenzaba a pesar más que los misiles. la ambigüedad no estuvo de mas, de hecho pareciera estrategia, verá uste, el silencio, bien jugado, es una forma de no ceder sin parecer débil. es como decir: “no respondí porque no necesitaba hacerlo”.
No muy lejos de ese tablero, hablando de sincronicidad mundial, otra figura ahora silenciosa, perfecciona esa táctica desde hace años, a Maduro le congelaron más de 700 millones de dólares en propiedades, joyas, autos y billetes, y su reacción fue tan contundente como una pared: nada. Ni un comunicado, ni una rabieta. ¿Por qué romper ese silencio cuando no necesitas convencer a nadie? puede que le quiten bienes, pero mientras no le quiten el control interno, lo demás no es masque ruido. Dicha acción fue dura, sí, pero sin consecuencias políticas visibles y eso deja claro que el poder no se sostiene con cadenas de oro sino con cadenas de mando, a veces, o quizá siempre callar es proteger esa cadena y no responder es afirmar que no se está negociando ni siquiera la narrativa.
Y seguimos con la sincronicidad, ahora en México, el silencio tomó otra forma: más discreta, menos cínica. Maru Campos y Omar García Harfuch firmaron un acuerdo para coordinar operativos en zonas de alta violencia en Chihuahua aquí lo interesante no fue la firma, sino el tono: sobrio, casi escondido entre notas más escandalosas, y fíjese como no hubo el tono politiquero, ni ningún grito de “¡rescatamos al estado!”, ninguna medalla anticipada, solo a lo que iban, la cuestión es, ¿Quién dicto esa medida de bajar el perfil mediático, Maru o Harfucho la presidencia de la república, o…? en esta era de selfie política, caray es casi revolucionario. La diferencia que logra el silencio, dicta y no evade, por lo que gobernar sin presumirlo incomoda más que un error, porque rompe con la lógica de campaña permanente de la que estamos cansados mas de dos.
Y pues claro, el silencio no asiste a todos, en otra coordenada, Christian Nodal decidió que su pecho no era bodega y en una entrevista aún no publicada, las frases que soltó no necesitaban más explicación: que nació con el alma bien enamorada, que ahora teme a la muerte por su hija, que Ángela Aguilar no rompió ningún corazón salvo el suyo, culpo a todo mundo, y no dude que en este momento esta culpando al mes de mayo por ser tan corto, y bueno en su afán por apagar fuegos, su falta de silencio hizo que pareciera arbolito de navidad seco en manos de los traviesos de la cuadra la primera semana de enero.
En fin, desde su óptica, él dejó que sus frases flotaran solas, como quien confía en que la verdad no necesita defensa cuando es honesta, pero hijito de mi vida (leaseen tono de abuelita agobiada) no hubo mujer ibero – latinoamericana que no se pusiera a hacer cuentas y recordar con memoria que parece IA con una exactitud que ni las calculadoras científicas pudieran lograr, todos y cada uno de sus pasos y fechas, por dios; así le ha de estar yendo al pobre infeliz y todo por decir todo lo que piensa, en lo personal lo imaginé repitiendo sus platicas de borrachera con sus compas.
En todos estos casos (los que si son silenciosos) uno político, otro criminal, uno institucional, el patrón se repite. El que calla no otorga: organiza, calcula, se resguarda, el que no responde, a veces gana y el que no explica, no se compromete.
Hay algo profundamente incómodo en esto: nos han enseñado que el liderazgo habla, que da la cara, que se expresa, pero tal vez eso era antes, ahora, el poder tiene que dejar de hacer tanto aspaviento y dejar que los demás hagan ruido mientras decide cuándo moverse, o si moverse siquiera.
Y ojo, no se vayan al extremo filosófico, eso no significa que todos los silencios sean sabios, algunos son cobardía con smoking, pero esta semana, el silencio fue táctica y no evasión, no vacío y una pausa bien ejecutada puede ser más demoledora que un discurso entero; como cuando alguien se queda callado justo después de que le preguntan algo incómodo, y la mente del otro empieza a trabajar por él.
Y así, sin darnos cuenta, ya pasamos de Alaska a Caracas, de Chihuahua y bueno con excepción de Houston y no porque sean iguales, sino porque los une esa forma de liderazgo que no busca reflectores, que no se precipita, que no necesita estar en la portada para seguir operando, es la estrategia de la pausa: dejar que el otro se agote mientras tú eliges cuándo hablar.
¿Y si no hablas nunca? Mejor, así nadie sabe cuál es tu siguiente jugada.

Alfonso Becerra Allen
Abogado corporativo y observador político, experto en estrategias legales y asesoría a liderazgos con visión de futuro. Defensor de la razón y la estrategia, impulsa la exigencia ciudadana como clave para el desarrollo y la transformación social.


