La sobrepoblación canina ha dejado de ser un tema secundario para convertirse en un problema de salud pública y seguridad. Cada día es más común ver perros deambulando por las calles, solos, hambrientos, enfermos o en actitud agresiva. A esto se suma otro fenómeno preocupante: hogares en los que, por descuido o desconocimiento, se albergan hasta veinte perros en condiciones insalubres, según se ha constatado en recorridos por distintas colonias tanto de Ciudad Juárez como de Chihuahua capital.
La presencia masiva de perros en situación de calle representa un riesgo sanitario. Estos animales pueden ser portadores de enfermedades como sarna, parvovirus o rabia, que no solo afectan a otros animales sino también a las personas, especialmente a los niños. Además, los perros sin control reproductivo se multiplican rápidamente, lo que hace que la problemática crezca de forma exponencial.
En términos de seguridad, los ataques a peatones, ciclistas o a otros animales domésticos no son casos aislados. También se han reportado accidentes viales provocados por perros que cruzan intempestivamente las calles o que persiguen vehículos. Las autoridades municipales, si bien realizan esfuerzos a través de campañas de esterilización o rescates esporádicos, no logran contener el avance del problema por falta de recursos, coordinación o una política pública de largo plazo.
Otro factor que agrava esta crisis es la falta de responsabilidad de muchos propietarios, quienes permiten que sus mascotas deambulen sin supervisión o las abandonan cuando ya no pueden hacerse cargo de ellas. En algunos casos, el deseo de “rescatar” lleva a personas bien intencionadas a acumular perros en sus casas sin tener la capacidad de cuidarlos adecuadamente, cayendo en el llamado síndrome de Noé, que también es una forma de maltrato animal.
Es momento de tomar conciencia colectiva. La sobrepoblación canina no es solo un problema de los albergues, de los activistas o del gobierno. Es una responsabilidad compartida. Se requiere establecer leyes claras y estrictas sobre la tenencia responsable de mascotas, implementar programas permanentes de esterilización masiva, fomentar la adopción y sancionar el abandono y el maltrato.
Urge generar políticas públicas sostenidas, con presupuesto asignado y coordinación entre municipios, estado y sociedad civil. Si no se actúa pronto, la situación podría salirse aún más de control, afectando no solo a los animales, sino al bienestar general de nuestras comunidades.
La solución comienza con reconocer que cada perro en la calle refleja una falla humana. Aún estamos a tiempo de corregir el rumbo, no nos quedemos con las ganas. En lo particular, asumo el compromiso, como legislador, de promover esas leyes y reglamentos que permitan a gobierno y sociedad iniciar las acciones efectivas para paliar esta problemática.

Pedro Torres
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