¿Qué clase de país permite que un criminal que profanó 386 cuerpos salga libre en solo tres años? ¿Qué sistema permite que los asesinos vivan cómodamente, mientras las víctimas son condenadas al olvido?
En México la justicia ha sido secuestrada por la indiferencia. Se han cambiado los códigos por indulgencias, las condenas por beneficios, y el castigo por comodidades. Hoy, los criminales tienen privilegios ofensivos para cualquier ciudadano de bien: aire acondicionado, televisión, seguro médico, sus tres comidas, visitas conyugales, reducción de penas.
Privilegios pagados con el sudor de los contribuyentes, con el dinero de los chihuahuenses que cada día salen a trabajar, a ganarse el sustento. Mientras una madre sigue esperando justicia por su hijo, el asesino ya está contando los días para salir de prisión… apenas a la mitad de su condena.
Hoy, a los criminales se les trata como reyes. Reclaman celdas especiales, comodidades, dietas personalizadas. Se les cumplen caprichos. Se les protege. Se les defiende con más empeño del que se brinda a las víctimas. Se les conceden beneficios, amnistías, indulgencias disfrazadas de “reinserción”. Y todo esto se hace con recursos públicos. Con los impuestos de los chihuahuenses que trabajan honestamente mientras los delincuentes duermen en colchones ortopédicos.
Y lo más grave es que esta injusticia viene impuesta desde el centro del país. La Ley Nacional de Ejecución de Penas, es un insulto a Chihuahua, una afrenta a nuestra soberanía y a nuestro derecho a decidir cómo se castiga el crimen en nuestra tierra.
Desde una oficina en la Ciudad de México se pretende dictar cómo deben vivir –y cuándo deben salir libres– los asesinos, violadores, feminicidas e infanticidas que desgarran a nuestras familias. Se pretende que aceptemos, sin protestar, la liberación anticipada de criminales desalmados. Como si Chihuahua fuera una colonia, como si aquí no dolieran igual las pérdidas.
Por ejemplo, esta absurda Ley Nacional, le va a permitir a los responsables del crematorio del horror salir libres tras tres míseros años de prisión. Tres años por desaparecer, profanar, abandonar a 386 seres humanos. Tres años por tratar a los muertos como basura. ¿Dónde está la justicia? ¿Dónde la dignidad? Esto no es justicia, es complicidad institucional.
Chihuahua tiene que reclamar su soberanía jurídica, decretar que aquí no vamos a tolerar que a los monstruos desalmados, a quienes han lastimado tanto a las familias del norte, vuelvan libres. Ningún psicópata puede volver a caminar en las calles de Ciudad Juárez.
Por eso, como el primer servidor de los chihuahuenses, presenté la Ley Jasiel, en memoria del pequeño que fue víctima de un infanticidio a manos de quien debía protegerlo, para que criminales de esa calaña no puedan seguir recibiendo privilegios, para que psicópatas como ese asesino de niños no vuelva a las calles.Esta reforma a la Ley Nacional de Ejecución de Penas busca algo que debería ser evidente: que crímenes como el secuestro, la violación, el feminicidio, el infanticidio o la profanación de cadáveres no puedan recibir beneficios de preliberación. Que quien destruye una vida o mancilla una muerte no tenga privilegios. Que los estados, como Chihuahua, puedan ejercer su soberanía y decidir quién merece redención… y quién no.
Porque hay delitos que hieren tanto que ningún tiempo en prisión basta. Hay heridas que el paso de los años no borra. Y hay ofensas que no pueden lavarse con tecnicismos legales.
¡Basta de privilegios para asesinos! ¡Basta de beneficios para quienes no mostraron piedad!
Porque en esta tierra, quien arrebata una vida no puede recibir clemencia. Chihuahua no será refugio de criminales.

Francisco Sánchez Villegas
Geoestratega, abogado humanista, defensor de la ilustración y político disruptivo.
Desde el cargo de Secretario del Ayuntamiento del Gobierno Independiente de Parral, ha impulsado una trascendental agenda de empoderamiento ciudadano. Fundador y Curador de Casa Ícaro, Think Tank concentrado en el futuro y la libertad.
Pensador neorenacentista propulsor de polímatas. Buscador de mentes virtuosas. Antifrágil.
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