“Las elecciones, a veces, son la venganza del ciudadano.
La papeleta es un puñal de papel.”
David Lloyd George, político y primer ministro inglés.
Para l@s mexican@s, el proceso de construcción del actual sistema de democracia representativa no ha sido fácil; el camino ha sido largo, tortuoso y hasta sangriento, y aunque dista mucho de ser ideal, estamos en un nivel nunca antes visto: Las elecciones son llevadas a cabo por ciudadan@s, se le respeta el triunfo al ganador, y cuando es el caso, los tribunales deciden con apego a la normatividad.
¿Que no todo el mundo queda satisfecho con el resultado? Es muy difícil que eso ocurra, especialmente en casos de elecciones con resultados muy cerrados.
¿Qué se puede mejorar la manera de realizarlas? Desde luego, y para ello el debate es permanente, ¿Qué puede haber errores o abusos? Para eso están los jueces, pero, a diferencia de la etapa postrevolucionaria y hasta la etapa neoliberal, el sistema funciona.
Durante aquellos años, no lo olvidemos, las elecciones eran de mero protocolo, porque simplemente servían para ratificar al candidato del PRI. Por eso, durante más de setenta años, ellos tuvieron mayorías abrumadoras en prácticamente todos los niveles de gobierno, dando juego a uno que otro opositor, y eso solo para simular el juego democrático.
Durante esos años de control absoluto del sistema electoral – y de autoritarismo político-, hubo dos posiciones por parte de los principales grupos opositores: Para Acción Nacional, en la derecha, había que participar en los procesos electorales, sin importar el grado de abuso y desvergüenza de parte de quienes detentaban el poder; se trataba de crear un nivel de conciencia tal, que un día iba a ser imposible seguir robándose las elecciones, creían.
No eran ilusos, sabían que los priistas no iban a soltar el poder así nomás porque si, el verdadero objetivo era crear la conciencia para que la ciudadanía, tarde o temprano, se convirtiera en el protagonista principal de su destino.
Por su parte, en la izquierda independiente se navegaba entre sumarse a los grupos progresistas que aun subsistían en el gobierno, a fin de cuentas, teníamos un gobierno emanado de una Revolución social, y la franca abstención.
Finalmente, y especialmente a partir de los años setenta, esta fue la posición que imperó. El autoritarismo oficial, aunado a su descarado corrimiento hacia la derecha fueron las principales causas de que los jóvenes de aquellos años, vieran la participación electoral como una pérdida de tiempo.
“No Votes, no le hagas el juego al Estado burgués”, era uno de los lemas que se pusieron en boga entre los grupos de izquierda radical, y solo sería después de la sangrienta derrota del movimiento armado a finales de los setenta, que la izquierda hubiera de replantearse la vía electoral como una manera posible para acceder al poder.
De tal manera que, a partir de los ochentas, ambas oposiciones, tanto de izquierda como de derecha priorizaron la participación electoral como la principal forma de presión para acabar con el Estado represor que teníamos como forma de gobierno, ¡y triunfaron!
A partir del año dos mil, los mexicanos elegimos a nuestros lideres políticos de manera libre y según nuestra conciencia. Y si bien, aun subsisten vicios y actitudes, de un lado y de otro que buscan demeritar el proceso, para todos queda claro que la democracia representativa es la formula menos perniciosa de gobierno.
¿Que necesitamos para que mejore? Seguir creando ciudadan@s conscientes de su importancia como protagonistas de la historia …o tal vez no.
Ahora resulta, que lo mejor es no votar. Por lo menos es lo que dice el connotado panista Carlos Angulo, quien, a contrapelo de la historia de su propio partido, considera que lo mejor es quedarse en casita, cómodamente, vieno la tele y llenando las redes con críticas a quienes actualmente ejercen el poder.
Lo más triste del caso, es que esta posición la comparten muchos de la actual dirigencia de Acción Nacional, quienes paralizados por la terrible derrota que sufrieron en las urnas el año pasado, aun no son capaces de comprender que solo retomando las calles, y haciendo movimiento, podrán retomar la conciencia de la ciudadanía.
Por su parte, otra persona que, sorprendentemente, también le hace juego al desangelado PRIAN, es el líder sesentayochero Jaime García Chávez, quien desde la comodidad de las redes sociales lanza un contundente “¡No votes, la elección judicial es una farsa!” solo le faltó agregar ¡No le hagas el juego al Estado burgués!
¿Qué es lo que pretenden ambas posiciones? Reclamar como propio el porcentaje de abstencionismo que, con toda seguridad habrá en esta elección y de esa manera gritar a los 4 vientos que la elección fue un “fracaso”. ¡Ternuritas!
¿Y en que quedó aquello de formar conciencias ciudadanas que se volvieran en protagonistas de su propia historia? En el caso del actual PAN -y los Carlos Angulos que lo dirigen- se puede entender que ya no se busque ese fin, dado que fue la creación de esa misma conciencia la razón por la que la sociedad terminó repudiando su amasiato con el PRI, pero en el caso del Licenciado García Chávez solo podemos suponer que es por cansancio.
Si realmente quisieran demostrar músculo político, no estarían llamando a no votar, ¡que comoditos! no, estarían llamando a anular el voto. Algo parecido hizo la Alianza Cívico Demócrata Juarense en los años setenta, cuando, precisamente para fomentar esa conciencia, llamó a votar por el célebre burro Chon.
Imagínese estimado lector@, que el 80% de los participantes en la elección anularan su voto ¡Que mensaje se le estaría enviando a la 4T! ¡Esa sería la fuerza verdadera de la oposición! Pero ahora imaginemos que hay 80% de abstencionismo, ¿Qué porcentaje de esos abstencionistas lo son por decisión política? Pues quien sabe ¡aunque ellos van a decir que todos! Pues de eso se trata, de no saber.
Por eso, si estamos de acuerdo con el proceso tanto como si no lo estamos, lo que hay que hacer es ir a votar. Si no nos gusta la 4T, hay que votar por los candidatos que no le son afines; si no nos gusta el proceso, hay que demostrarlo anulando el voto, o si como yo, ya tenemos nuestro “acordeón” hay que ejercer el voto para que después no andemos como los Carlos Angulos o los García Chávez llorando como abstencionistas lo que no defendimos como electores.
Es cuánto.

José Antonio Blanco
Ingeniero Electromecánico. Juarense egresado del ITCJ con estudios de maestría en Ingeniería Administrativa por la misma institución y diplomado en Desarrollo Organizacional por el ITESM. Labora desde 1988 en la industria maquiladora. Militó en el PRD de 1989 al 2001.
En la actualidad, un ciudadano comprometido con las causas progresistas de nuestro tiempo, sin militancia activa.
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