El pasado 25 de noviembre se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha en la que nos impulsa a quebrar las cadenas de la violencia y plantar las semillas de un futuro donde las mujeres vivan libres de temor.
Nuestro estado, hoy enfrenta una sombría realidad que ensucía su esencia: los inaceptables índices de feminicidios. Por ello, es tan importante está conmemoración; debemos forjar conciencia y solidaridad, no como una opción sino como un mandato inquebrantable para erradicar este mal arraigado.
Chihuahua, conocido por sus vastos paisajes y una rica herencia cultural, ha visto cómo la violencia contra las mujeres se arraiga profundamente en su suelo. A escasos días de conmemorar esta fecha, se reveló la desgarradora noticia sobre la desaparición y el feminicidio de Karina Rubio, una valiente activista y madre de familia cuya vida fue truncada en la oscuridad, y cuyo clamor por justicia aún no encuentra respuesta, pues el responsable de este acto atroz sigue impune.
Y debemos atender esta situación, pues, así como el feminicidio de Karina, más allá de las estadísticas, cada número representa una vida perdida, un sueño truncado, y un futuro que se desvanece en la oscuridad de la impunidad. Es hora de romper el silencio y dar voz a las historias que han sido calladas durante demasiado tiempo, no permitamos que el feminicidio de Karina permanezca en el olvido y no permitamos que ocurra una vez más.
La crudeza de la realidad golpea con fuerza cuando observamos los números desgarradores: las mujeres de Chihuahua están siendo asesinadas a una tasa alarmante. Este fenómeno, conocido como feminicidio, va más allá de ser simplemente una estadística fría; es una afrenta a la humanidad, una llamada de atención que no podemos ignorar.
¿Cómo es posible que, en un estado tan próspero y diverso, las mujeres enfrenten tal violencia? La respuesta está entrelazada con complejidades socioeconómicas, culturales y estructurales que requieren una respuesta urgente y coordinada. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras nuestras hermanas, hijas y amigas se convierten en víctimas de un sistema que ha fallado en protegerlas.
Es crucial que la sociedad chihuahuense se una en un clamor colectivo de sensibilización. No podemos permitir que el manto del silencio perpetúe este ciclo de violencia. Las instituciones, la comunidad y los líderes deben trabajar en conjunto para cambiar la narrativa, desmantelar estereotipos dañinos y fomentar una cultura de respeto y equidad.
La sensibilización no es solo un acto de simpatía; es un acto de solidaridad y empatía que nos incita a actuar. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar, ya sea educando a nuestros hijos sobre la importancia del respeto, apoyando a las víctimas, o presionando a las autoridades para que tomen medidas efectivas.
Orgullosa Chihuahuense. Amo y respeto la naturaleza. Soy mamá de Alex Benjamin, Austria Camila y esposa de Alex LeBaron. Mi pasión siempre ha sido el servicio público/civil, me inspira luchar por grandes causas que cambien el mundo. Empresaria agrícola y consultora ambiental.
