¡La vida es bella!, decimos al cabo de un trago de vino con las personas que amamos y bajo la sombra de un techo agradable, cuando el calendario se llena de citas para embellecernos, la cartera engorda a la par de nuestro vientre bien alimentado. La vida es bella cuando nadie nos traiciona, nuestra lengua goza de la libertad para herir sin distinción, discreción y de frente. La vida es buena cuando funciona como deseamos que funcione, para muchos es mas bella cuando se es bell@ cuando uno se encumbra el poder y las posibilidades se vuelven según nuestra limitada sabiduría “infinitas”.
Lo paradójico de este tiempo es que cuando todos parecemos tener una vida más bella el valor de la vida misma se encarece. Sandra tenia una vida bella, tan bella como su rostro rosado rebosante de juventud, una habitación para ella misma y dinero pues le gustaba escribir siguiendo el mandato que 100 años antes decía Virginia Wolf y para no traicionarla también gozaba de un trabajo creativo.
No pude investigar cuantas personas en el mundo gozamos de esta distinción humana “una habitación propia”, lo que sí sé es que yo misma no tuve una hasta que salí precozmente de la casa paterna para compartirla con hijo. Sé de los miles de mujeres, niñas y niños que coexisten hacinados en las diminutas viviendas de nuestra ciudad ¿cuál habitación propiapara quienes viven en situación de migrantes?
Sandra no era migrante, era joven, carismática, talentosa, dinámica, inteligente sin embargo por alguna razón para ella su vida no era amable. Ante la belleza de vivir decidido no hacerlo. Los observantes nos quedamos pasmados, sin una justificación que nos justificara lo que para nosotros era inexplicable. Las preguntabas estaban de mas y las respuestas serian lo de menos, había pasado frente a los ojos de todos, la vida de Sandra se noes escapo sin que pudiéramos hacer nada para remediarlo.
Pocos días después de la noticia de Sandra, otro amigo me contó la misma providencia del hijo de uno de sus mejores amigos, un joven quien ante la falta de empleo se subió al barco de los “muertos porque si” y entonces los murmuros silenciosos del -no puede ser si lo tenia todo- trasgrede con mas fuerza el dolor inconmensurable de quienes las y los amaban creyendo darles todo para verlos vivir.
El incremento de suicidios en el mundo es alarmante, en el país una locura, pero en nuestra región, este desierto árido que nos desafía aún más el vivir se siente como una fatídica plaga. Un enemigo silencioso que no distingue edad, sexo, formación académica o habitación propia.
El suicidio de hoy tiene un nivel incontrolable de variables fuera de nuestras propiasvisiones y exigencias humanas, lo que para unos puede ser una vida admirable para otros un abismo de tristeza y soledad, un torrente depresivo que impide ver con claridad a los ojos del alma el sentido de la existencia.
En Chihuahua poco más de 400 personas se quitan la vida cada año, mas de una al día, una de las tasas más altas del país.
80 % son hombres, jóvenes en su mayoría, imagino a mi propio hijo frente a su masculinidad asumiendo los roles y exigencias sociales observando la vida que se le presenta como un duro escenario, un camino demasiado ancho y saturado de opciones con letreros luminosos llamados “éxito personal” pero carente de sentido para recorrerlo.Imagino sus retos diferentes a los míos, los anhelos secretos que quizás guarda por temor temiendo que ante tanta exigencia el silencio se vuelva su única posibilidad.
Lo temo debatiéndome entre callar o hablar sobre las condiciones suicidas, de las precarias herramientas emocionales, recordando a Martha Chávez en su libro “tu hijo, tu espejo” pensando si los jóvenes de hoy que deciden suicidarse reflejan con su propia vida las heridas colectivas mas profundas que falsamente creímos haber superado.
Vivir es un acto de valor decía Seneca y sin antídotos específicos para la desesperanza solo nos resta la esperanza profunda.
Convertirnos en seres humanos moldeados por un estilo de vida mas llena de sentido y menos banal, propiciando contextos que valoren la autenticidad sobre la superficialidad y la conveniencia individualista, que seamos padres y madres menos trabajadores y más cultivadores de talentos y que impulsemos a los jóvenes a descubrir el valor de vivir,
porque ante todo y aun sin nada “la vida es bella”.

¿Quieres compartir información o enviar boletines de prensa? ¿Tienes dudas? ¿Necesitas verificar alguna nota?
No dudes en enviarnos un correo
¿Valoras nuestro trabajo? Apóyanos con tu patrocinio.
https://www.adiario.mx/patrocinios/


