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    diciembre 2, 2025 | 6:25

    Protagonismo y antagonismo: el delicado equilibrio del liderazgo

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    En toda organización, sea política, social o profesional, el liderazgo se mueve entre dos fuerzas humanas: el protagonismo y el antagonismo. Frecuentemente, el protagonismo se mira con desconfianza, como si desear ser visible o compartir los logros fuera sinónimo de vanidad. Pero no es así.

    El protagonismo, cuando nace del deseo genuino de servir, es una expresión de responsabilidad y compromiso con los demás.

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    Ser protagonista no significa querer todos los reflectores; significa atreverse a asumir la responsabilidad de inspirar, de mostrar lo que se hace para abrir camino a otros. Es entender que la visibilidad no siempre es ego, sino también ejemplo.
    En tiempos donde el desinterés y el conformismo abundan, se necesita de personas que levanten la voz, que compartan su trabajo con orgullo y que motiven con el ejemplo.

    Mostrar lo que uno hace no es presumir: es decirle al mundo que sí se puede, que hay esfuerzo detrás de los resultados y que el liderazgo también se construye con acción, constancia y transparencia.

    El problema no está en ser protagonista, sino en querer permanecer en el centro cuando ya no corresponde. Quien no suelta el cargo o intenta mantener el control desde la sombra termina convirtiendo su protagonismo en antagonismo. En lugar de impulsar a las nuevas generaciones, las frena. En vez de acompañar, compite. En ese punto, el líder deja de servir para empezar a obstaculizar.

    Y también está quien critica sin construir. Ser crítico es una virtud; ser criticón, una carga. La crítica constructiva impulsa el crecimiento, mientras que la crítica vacía solo busca restar valor al esfuerzo ajeno.

    En la política y en la vida organizacional, necesitamos más personas que cuestionen con inteligencia y menos que señalen con resentimiento.

    A los nuevos líderes, mi consejo es claro: no permitan que las voces del pasado apaguen su propósito. Escuchen las opiniones, pero filtren las intenciones. Reciban la retroalimentación con humildad, pero sin renunciar a su esencia.

    La madurez política y humana consiste en reconocer los consejos útiles sin convertirse en eco de quienes buscan dirigir desde la nostalgia.

    En el camino del liderazgo, la lealtad es un valor indispensable, pero debe tener límites éticos. Ser leal no es obedecer ciegamente ni callar ante lo que contradice nuestros valores. La verdadera lealtad es la que se sostiene en la coherencia, no en la conveniencia. Implica acompañar, apoyar y respetar, pero sin transgredir la propia integridad ni la autonomía del pensamiento.

    El liderazgo auténtico se construye desde la actitud de servicio, no desde el afán de control. Servir es tender la mano sin esperar aplausos; es cuidar las formas y las palabras; es edificar, no humillar.

    Un líder que sirve con amor y respeto no teme la visibilidad, porque sabe que su luz puede inspirar a otros a encender la suya.

    Desde una mirada filosófica, el estoicismo nos enseña que solo podemos controlar nuestras acciones y actitudes, no la opinión ajena. Por eso, cuando el líder actúa con rectitud, debe aprender a mantenerse sereno ante la crítica injusta. Y la mayéutica socrática nos recuerda que el conocimiento crece en el diálogo: escuchar, preguntar y reflexionar siempre fortalece el carácter del liderazgo.

    Un protagonista auténtico no teme ser visto, porque su brillo no viene del ego, sino del servicio. El antagonista, en cambio, busca protagonismo desde la carencia, queriendo ocupar un lugar que ya no le pertenece. Pero el líder que entiende su tiempo, que sabe retirarse con gratitud y dejar espacio a otros, nunca deja de brillar: simplemente ilumina desde otro ángulo.

    El protagonismo no es un pecado. Es una oportunidad de inspirar. La diferencia está en la intención: si se hace para servir, se convierte en legado; si se hace para dominar, se convierte en obstáculo.

    Que cada líder elija, entonces, si quiere ser luz que guía o sombra que apaga.

    Mayra Sugey Machaca
    Mayra Machuca

    Abogada, Activista, Columnista, Podcaster.

    Especializada en análisis y asesoría jurídica, cuenta con experiencia administrativa y jurídica con habilidades destacadas en la resolución de problemas y coordinación de tareas. Experta toma de decisiones estratégicas. Activa en Toastmasters y Renace y Vive Mujer.


    Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.

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