¡Se tiene que hacer justicia! ¡mi hija fue agredida, tres hombres la abusaron y no puedo estar en paz! Decía Paula mientras contenía el llanto.
4.5 millones de niños al año en Mexico son abusados sexualmente lo que ha colocado a nuestro país en el deshonroso primer lugar. Los patrones de violencia no distinguen género, edad, raza, ni estatus social, aquí se violenta a todos en todas partes sintiéndose los espasmos de dolor más fuertes en medio de la pobreza, aun lado del abandono y arribita de la impunidad.
Se curte con los años, decían las abuelas después de una existencia aguda en la que se ocultaban la violencia, convirtiendo abusos y violaciones en “secretos de familia” que trascendían generaciones de frustración. Los abusos infantiles fueron escondidos a voces, pero las mujeres de hoy no estamos dispuestas a encubrir.
Paula se casó joven y enamorada, como marca la doctrina mexicana y así también se embarazó, estudió psicología y no recuerda que en la universidad le advirtieran sobre los tipos de violencia de género, los aprendió después en carne propia. Casi todos.
Cuenta su historia en retrospectiva, quizás porque no puede iniciar por el principio. En las primeras señales de abuso de su marido hacia ella misma se escondía el episodio de terror que marcaria su alma para siempre.
A Paula le tocaron las violencias tradicionales y normalizadas; humillaciones, agresiones verbales, empujones, celos excesivos, control económico, y por supuesto violación conyugal, un coctel perfecto que detonaron en un inminente y afortunado divorcio.
“El malo, ni pariente, ni hermano” menos padre. Durante las obligadas convivencias no pudo defender a su hija de las caricias excesivas, intentos de besos en la boca y hostigamiento. No pudo defender a su hija del abuso sexual de su padre, su tío y su abuelo.
El sabio destino encontró la forma de hacerse ver a través de dibujos inocentes que fueron vistos con los únicos ojos capaz de proteger a un hijo, los ojos de amor de una madre. Asi con unos papeles de prueba y el corazón desorbitado de angustia Paula acudió a denunciar.
Debía proteger a su hija, se encamino a buscar justicia sobre un terreno abonado de experiencias amargas, despotismo, revictimización, negligencia, tráfico de influencias, y los etcéteras que todos conocemos.
Carpetas archivadas que se mueven al tenor de las presiones políticas, no en la búsqueda de una justicia restaurativa que pueda darles a las victimas y sus familias el acompañamiento, cuidado y seguridad legal y emocional que merecen.
En la opacidad los meses trascurren lento, las víctimas se convierten en mendigos de atención, en perseguidores de los ministerios púbicos, en abogados del diablo y en “señoras locas” cada vez que exigen saber el avance de sus casos.
Paula no fue la excepción, sin embargo, pese a todo en contra después de quedarse sin casa y sin empleo ha logrado acompañar a su hija en un debido proceso psicológico oportuno… gracias a ella, pues, aunque es obligación del estado dar continuidad a estos casos, la realidad es vergonzosa.
Este 8 de septiembre se abre una reflexión dolorosa, por primera vez Secretaría de Educación Pública (SEP) programó la jornada especial contra el abuso sexual y maltrato infantil, como parte de un esfuerzo para concientizar y prevenir las agresiones sexuales contra menores de edad y, en cumplimiento de una sentencia judicial.
Un avance, un pasito de los muchos que nos faltan y abrir bien los ojos y poner manos a la obra, para evitar menoscabar las infancias de nuestros hijos, convirtiéndolos en victimas de agresores sexuales y de un sistema ineficiente.
Sé que la determinación de Paula hará que su caso se resuelva favorablemente, lo sé por que cuando una mujer se educa, empodera y se transforma desde el espíritu busca la justicia por la verdad, esquiva los pisos minados de las fiscalías y se nutre del amor inquebrantable por su hijos y familias.
Pero no todos los hij@s abusados tienen la fortuna de tener una madre o un padre defensor y aguerrido, y entonces ¿quién ve por ellos? ¿Dónde estamos todos mientras son abusados? Espero que en algún lugar donde se esté creando amor, respeto y dignidad humana para que algún día nos alcance para todos.
Rocío Saenz
Lic. En Comercio Exterior. Lic. En Educación con especialidad en Historia. Docente Educación Básica Media y Media Superior, Fundadora de Renace y Vive Mujer A.C. Directora de Renace Mujer Lencería, Consultora socio política de Mujeres.
