En el actual panorama político mexicano, dos nuevas organizaciones buscan convertirse en partidos políticos: Construyendo Solidaridad y Paz, integrada principalmente por ciudadanos evangélicos, y Somos México, que proviene del Frente Cívico Nacional y está ligada a la llamada Marea Rosa, movimiento que respaldó a Xóchitl Gálvez en su candidatura presidencial. Ambas agrupaciones están en proceso de cumplir con los requisitos establecidos por el Instituto Nacional Electoral (INE) para obtener su registro como partidos políticos nacionales. Aunque sus motivaciones y bases sociales son distintas, la pregunta de fondo es la misma: ¿México necesita más partidos?
La respuesta, desde una perspectiva crítica y realista, es no. El país no necesita más institutos políticos que se sumen a la ya extensa lista de organismos financiados con recursos públicos. Lo que México requiere con urgencia es una verdadera representación ciudadana, políticas públicas eficaces y actores políticos que dejen de anteponer sus intereses personales o de grupo por encima del bien común.
El caso de Construyendo Solidaridad y Paz plantea cuestionamientos importantes sobre la mezcla entre religión y política. Si bien toda ciudadanía tiene derecho a organizarse y participar en la vida pública, el riesgo de una agenda confesional que busque imponer principios religiosos a una sociedad plural y laica debe analizarse con cautela. La historia latinoamericana ha demostrado que cuando los intereses religiosos entran en la arena política, los derechos humanos, particularmente los de mujeres y minorías, suelen verse comprometidos.
Por otro lado, Somos México es practicamente un hijo putativo del Partido Accion Nacional, impulsado por sectores ciudadanos que se movilizaron en la llamada Marea Rosa, con esos antecedentes ya sabemos que estarian buscando lograr con otras siglas lo que no han podido conseguir con las propias, por lo que su “nuevo“ partido podría ser más PAN con lo mismo, solo que ahora con nuevo logo y por supesto, con mas recursos de los ciudadanos que debieran destinarse a causas sociales.
México cuenta hoy con partidos que, en teoría, deberían representar todo el espectro ideológico: desde la izquierda hasta la derecha, pasando por el centro. Sin embargo, la crisis de representación no radica en la falta de opciones, sino en la falta de voluntad, ética y visión de Estado de quienes integran estas instituciones. La ciudadanía está harta de partidos que prometen pero no cumplen, que legislan en función de sus alianzas coyunturales y no de los intereses de la población, que utilizan el presupuesto público como botín y no como herramienta para el desarrollo.
Los más de 6,000 millones de pesos que se destinan cada año a los partidos políticos son un agravio en un país con altos niveles de pobreza, desigualdad y servicios públicos deficientes. ¿Por qué seguir engrosando esta lista con nuevos partidos que no garantizan resultados distintos?
El sistema político mexicano no necesita más plataformas partidistas; necesita una reforma de fondo que incentive la rendición de cuentas, el compromiso ciudadano real y la eficacia en el ejercicio del poder. Si las nuevas organizaciones quieren incidir, podrían hacerlo desde la sociedad civil, sin depender del financiamiento público y sin replicar estructuras clientelares.
Crear más partidos no es sinónimo de fortalecer la democracia. Representar a la ciudadanía requiere mucho más que cumplir con asambleas y afiliados; requiere congruencia, transparencia y un compromiso inquebrantable con México. Lo demás, es repetir la misma fórmula que ha llevado a la desconfianza ciudadana: más partidos, menos representación. Gracias por leer, yo soy Daniela Gonzalez Lara.

Daniela González Lara
Abogada y Dra. en Administración Pública, especializada en litigio, educación y asesoría legislativa. Experiencia como Directora de Educación y Coordinadora Jurídica en gobierno municipal.


