Lucy se levantó en punto de las 5 de la mañana, su hijo Danielito esperaba ese momento para ver a su mamá antes que desapareciera como una estrella fugaz en el cielo, había nacido 13 años antes y Lucia seguía tan deprisa, igual que aquel día durante su embarazocuando un mal cuidado afecto el desarrollo de su hijo que se formaba en su vientre , por eso cada día que veía su discapacidad renegaba de la vida, abrazándose más a su fanatismo al trabajo, desde entonces huía temprano a la oficina y sin querer queriendo procuraba llegar tarde a casa.
A sus cincuentas Lucy era una mujer hermosa, de piel blanca y glúteos frondosamente naturales que mostraba poco y al parecer usaba menos. Dormía, comía y creo cogía poco sin embargo extrañamente nunca se vía agotada, frustrada sí, cansada no.
Mostraba una apariencia de mujer placida, benevolente, armónica y coherente.
Temprano cumplía “todos sus deberes” hasta donde la conciencia y la agenda del trabajo permitían “primero del deber, luego el placer” su lema preferido.
De su marido hay poco que decir, no dijo mucho por discreción o indiferencia y si no lo mencionaba no existía, tenia otros pesares mas importantes en que ocuparse .
Como cada día Llegó puntual a la oficina con su cabello lacio, su apariencia pulcra y una sonrisa falsa que la delataba en cuanto pronunciaba sus primeras letanías;
¡Estoy tan cansada! ¡En este trabajo no hay pa donde! ¡aquí nadie me valora! Y todas las quejas existentes juntas del universo.
¿Cómo podía una apariencia tan impecable ocultar tanto pesar? ¿Seria quizás que aquella bella mujer poseía algún secreto milenario que maquillaba perfectamente su guerra internaexistencial entre lo que era y lo que deseaba ser? Todo es posible .
Si no hubiera escuchado las palabras que brotaban de aquella imagen angelical mi cabeza tendría archivado un ser humano si no completamente sereno por lo menos tranquilo apacible y en buscada de la felicidad.
Pero como todas las mujeres Lucy hablaba en demasía y en esa misma proporción había construido discursos que le impedían trascender de un estilo de vida en el que tenía todas las herramientas para disfrutarla utilizándolas contrariamente para cavar su propio agujero.
¿Cómo no estresarse una? Hay tener un buen trabajo, ser bella, inteligente, encantadora, elegante, leal, sumisa, irreverente, revolucionaria, trabajadora, compresiva, buena madre, resiliente, buena amiga, sanar la niña interior, perdonar a los padres, entender a la pareja, sociable, enigmática, amable, afable, prudente, alegre, tener buen sexo …todo esto junto pero jamás en exceso.
Y si amigas la mayoría de nosotras vivimos estresadas, el estrés es esa cosa rara que nos hemos inventado para justificar nuestras manías, como esa cuerda que se le daba al reloj para que sonara frenéticamente al despertarnos dándonos la fuerza para hacer las mil cosas que creemos debemos de hacer, tener una mejor vida sin vivirla plenamente.
Ocupadas y enfermas pasamos los días, rengando de nuestra propia naturaleza y de la inevitable de condición de no ser las mismas de ayer, la misma fuerza, la misma inteligencia, la misma libido. Todo cambia y estresa.
Asi vivía Lucia mientras lucia una imagen impecable, incluso llegue a obsérvala dando consejos del buen vivir… y asi decidido continuar abrazada al objeto de sufrimiento en turno, en ese entonces era su maldito jefe que nunca valoro su trabajo, mismo que cambio por otro igual, perpetuando su condición de “pobre mujer perfecta, tan buena y con mala suerte”.
Para fortalecer su pesar, Lucy tenia un equipo de amigas que una y otra vez le daban la razón en todo, “todos eran malos menos ella” una red de desapoyo que no le permitió asumir la responsabilidad de su adicción al trabajo y a la perfección agotadora.
Victima de un sistema que ha cataloga como víctima, vulnerable, débil y destinataria de la redención Lucy no cambió. Se instaló con gracia y pompa en el 30 % de mujeres estresadas en el mundo (el doble que los hombres) obvio también se enfermó, primero presento hipertensión, luego enfermedades cardiovasculares, seguido de trastornos gastrointestinales, su sistema inmunológico estaba hecho un asco, retenía líquidos, no dormía, no bajaba de peso, no lograba concentrarse y con tanto temor a las enfermedades físicas llegaron las mentales. El festín fue acompañado de la depresión y la ansiedad amenizando con melodías dramáticas que coreaban “como me pudo pasar esto a mí, tan buena “.
Todos hemos tenido momentos de lucidez y de Lucia… aquellos en los que optamos por mantenernos en irresponsabilidad de creer somos la únicas del mundo con pesares y problemas, y les comporto esta historia en reflexión y en alusión de un mensaje que describió una de nuestras extraordinarias talleristas en comunicación … “uno de lo grandes problemas del mundo es que todos nos sentimos el centro de él”

Rocío Saenz
Lic. En Comercio Exterior. Lic. En Educación con especialidad en Historia. Docente Educación Básica Media y Media Superior, Fundadora de Renace y Vive Mujer A.C. Directora de Renace Mujer Lencería, Consultora socio política de Mujeres.


