La semana pasada, Ciudad Juárez vivió otra de esas tragedias que duelen porque son evitables. Lluvias intensas azotaron varias colonias, dejando un rastro de destrucción: casas inundadas, autos arrastrados, calles intransitables y familias perdiendo lo poco o mucho que tenían. No fue un desastre natural en toda la extensión de la palabra; fue también una consecuencia de la negligencia acumulada de años.
Muchas de las zonas más afectadas fueron construidas sobre antiguos arroyos. Espacios que la naturaleza había reservado para sí misma, pero que fueron “tapados” por decisiones urbanas cortoplacistas. No se trató de una planeación responsable, sino de una improvisación peligrosa. Se rellenó con tierra el cauce del agua, se construyó encima y se fingió que el problema estaba resuelto… porque al fin y al cabo, lo que está “debajo de la tierra” no se ve. Y si no se ve, al mal político no le sirve.
Esa visión limitada, que solo atiende lo que se nota superficialmente, lo que da votos, lo que se puede fotografiar, lo que se inaugura, es la que hoy deja a cientos de familias con su patrimonio destruido. Es hora de exigir más. Ya no basta con banquetas bonitas o parques decorativos si lo que hay abajo, en el subsuelo de nuestras ciudades, está olvidado o manipulado. El drenaje pluvial, los sistemas de contención, los planes de emergencia y la recuperación de espacios naturales no son lujos: son necesidades urgentes.
Este llamado no es solo para las autoridades, sino también para la sociedad. No podemos seguir aceptando que se construya sin estudios de impacto ambiental, sin respeto a la geografía ni sin mecanismos de prevención. Tampoco podemos permitir que el discurso político siga priorizando lo visible sobre lo vital. El verdadero cambio está en mirar todo el panorama, incluso y sobre todo aquello que no se ve.
Y aunque es justo señalar las fallas que nos llevaron hasta aquí, también es justo reconocer lo que se ha hecho bien. En esta emergencia, ambos gobiernos municipal y estatal dejaron de lado sus diferencias políticas y se unieron para apoyar a los damnificados. Las brigadas, los centros de acopio, las acciones de rescate y atención inmediata demuestran que cuando hay voluntad, hay capacidad de respuesta. Eso es liderazgo, eso es humanidad.
Hoy Juárez no solo necesita reconstruirse, necesita replantearse. Que esta tragedia no se quede solo en la memoria de quienes la vivieron, sino que sea un punto de inflexión para cambiar cómo construimos, cómo gobernamos y cómo exigimos. Que la próxima vez que la lluvia caiga con fuerza, lo único que se mueva sea el agua… no la vida de quienes no fueron escuchados.

Mayra Machuca
Abogada, Activista, Columnista, Podcaster.
Especializada en análisis y asesoría jurídica, cuenta con experiencia administrativa y jurídica con habilidades destacadas en la resolución de problemas y coordinación de tareas. Experta toma de decisiones estratégicas. Activa en Toastmasters y Renace y Vive Mujer.


