Esta semana se movieron muchas piezas en el tablero político, tanto en el estado como a nivel nacional. Vimos la visita de un dirigente nacional del PRI que, con toda intención, vino a agitar las aguas. Declaró que “aún no está escrita la última palabra” sobre la posibilidad de ir aliados con el PAN en 2027 y dejó caer que ya existen nombres de priistas chihuahuenses que se perfilan como posibles candidatos a la gubernatura. Fue un mensaje dirigido no solo a la militancia, sino también al electorado indeciso y a sus propios aliados incómodos.
Mientras tanto, en el plano nacional, el PRI empieza a mostrar señales de distanciamiento con el PRD y con el PAN. Su dirigencia coquetea abiertamente con la idea de romper la alianza, apostando por reconstruir su identidad, aunque la estrategia parece más una medida de supervivencia que un plan sólido. Sin embargo, en lo local la historia es otra: aquí hay priistas bien acomodados en la administración pública estatal que no parecen muy interesados en volver disciplinadamente a las filas de su partido. Son esos priistas que hoy se sienten cómodos y que a muchos ya se les ve más azules que tricolores.
Por su parte, el PAN no se quiso quedar atrás en esta narrativa y, al ver que el PRI comienza a meter en el imaginario colectivo la posibilidad de ir solos en 2027, también salieron a decir que ellos podrían competir sin alianzas. Aunque seamos francos: hasta ahora no hay señales claras de que quieran o puedan romper esos pactos que les han permitido conservar poder en el estado. Detrás de todo este fuego mediático, los acuerdos siguen vigentes.
Y en medio de este ir y venir de mensajes cruzados, la pasarela de aspirantes rumbo a 2027 no para de crecer. Todos los partidos están en modo de precalentamiento electoral. El Partido Verde y Movimiento Ciudadano trabajan para cerrar filas y disciplinar a sus cuadros, consolidando estructuras que les permitan negociar candidaturas competitivas. Morena, por su parte, manda señales de fortaleza desde la capital del estado con la llegada de Ariadna Montiel, quien busca apuntalar el proyecto de la 4T en Chihuahua, dar cohesión a sus grupos internos y preparar el terreno para la gran batalla por la gubernatura.
El ambiente ya huele a campaña, aunque falte tiempo. Los equipos de estrategia afilan sus mensajes para tocar fibras sensibles del electorado. El costo de la vida, la violencia, el rezago en servicios públicos, la desigualdad y la crisis hídrica serán temas inevitables en el debate público. Y mientras se fraguan esas precampañas veladas, las dirigencias estatales intentan mantener la disciplina, contener el fuego amigo y evitar fracturas internas que puedan ser fatales en las urnas.
En medio de este reacomodo de fuerzas, hay un tema que muchos actores políticos quisieran dejar en la sombra, pero que está saliendo de nuevo a la luz: el regreso de César Duarte a la escena pública. El exgobernador, que en su momento fue símbolo del viejo PRI y su forma de ejercer el poder, reaparece ahora en entrevistas, ruedas de prensa y encuentros con medios locales con la narrativa de “reivindicarse” ante el pueblo chihuahuense. Ha dejado claro que no descarta buscar la candidatura a la alcaldía de Parral como un puente para regresar a la vida política del estado.
Aunque Duarte manda señales y busca reinsertarse en la conversación pública, algo es claro: no hay muchos dispuestos a aceptar abiertamente su cercanía o siquiera entablar un diálogo político con él. Movimiento Ciudadano se ha encargado de reprochárselo públicamente, mientras que Morena —desde sus estructuras locales hasta la Presidencia de la República— se desmarca con firmeza, negando cualquier posibilidad de filiación o acercamiento.
El PRI, en cambio, parece atrapado en una crisis de identidad: ya no sabe si es azul o tricolor. No niega ni acepta, simplemente persiste. Tiene entre sus filas a cuadros que hoy militan de facto en la administración panista estatal y a otros que sueñan con recuperar la gubernatura bajo el viejo esquema de la disciplina partidaria. El PAN, fiel a su estilo, prefiere guardar silencio. Como dirían algunos de sus operadores: “calladitos nos vemos más bonitos”.
Lo que sí es seguro es que esta historia apenas empieza. Veremos más reacomodos, más nombres, más filtraciones, más encuestas diseñadas para posicionar precandidaturas. Veremos al PRI intentando redefinir su identidad mientras lidia con la fuga de cuadros, al PAN maniobrando para mantener el poder estatal con alianzas incómodas, a Morena buscando consolidar su fuerza con operadores nacionales, a MC aspirando a convertirse en árbitros de la elección y a un Verde que tiene más fuerza política nacional que en cualquier momento de la historia del partido.
Y por supuesto, seguiremos viendo más capítulos del drama entre César Duarte y Javier Corral. Porque, no nos engañemos, ambos tienen mucho todavía que decirse y que darle a este, su canal favorito.
¡Síganme los buenos!

Daniel Alberto Álvarez Calderón
Político y abogado chihuahuense con experiencia legislativa y empresarial. Exsubdelegado de PROFECO, ex dirigente del PVEM en Ciudad Juárez y cofundador de Capital and Legal. Consejero en el sector industrial y financiero, promueve desarrollo sostenible e inclusión social.


