Cada vez que se intenta mejorar el sistema de transporte en Chihuahua, las quejas no se hacen esperar: que si los camiones estorban, que si el “ViveBús” no sirve, que si quitaron carriles, que es un gasto innecesario, que por qué no mejor lo dejan como estaba. Pero ¿de verdad estaba bien antes?
La respuesta es no. Durante años, quienes dependemos del transporte público hemos sufrido rutas mal planeadas, camiones viejos, horarios impredecibles y un sistema desarticulado que castiga a los que no tenemos carro. Porque en esta ciudad, parecería que moverse a pie o en camión es sinónimo de castigo, no de derecho.
Y ahí es donde entra el ViveBús. Aunque aún está lejos de ser perfecto, representa un intento real por transformar la movilidad urbana. Su diseño, basado en corredores troncales, estaciones, prepago y paradas establecidas, no es un invento local. Es un modelo probado que ha funcionado en ciudades como Guadalajara, con su sistema Mi Macro, o en la Ciudad de México, con el Metrobús. Y más recientemente, Tijuana se ha sumado a esta transformación con su Sistema Integral de Transporte (SITT), que ha comenzado a cambiar la forma en que los tijuanenses se mueven, con rutas articuladas, estaciones modernas y un enfoque más seguro y accesible.
En todos estos casos, hubo resistencia inicial. La gente se quejó, criticó, se aferró a lo conocido. Pero con el tiempo, los usuarios empezaron a valorar los beneficios: tiempos de traslado más cortos, menos contaminación, mayor seguridad y un servicio más digno. Es decir, transporte público pensado para las personas.
¿Por qué aquí no habría de funcionar? El problema no es el modelo, es la implementación parcial, la falta de socialización adecuada, y también, seamos honestos, nuestra renuencia al cambio. Queremos soluciones pero sin sacrificios. Queremos ciudades modernas, pero no estamos dispuestos a ceder un carril para que el camión llegue más rápido.
Como ciudadana de a pie, yo sí quiero que funcione. Quiero dejar de esperar bajo el sol o en la madrugada un camión que no sé si pasará. Quiero poder cruzar la ciudad sin perder dos horas. Quiero que mi hija pueda usar el transporte público sin sentir miedo. Y sé que muchos Juarenses desean lo mismo, aunque no lo digan en voz alta.
Por eso, más allá de la crítica fácil, urge exigir que se mejore el sistema: que se amplíen las rutas, que haya más unidades, que se escuche a los usuarios. Pero también urge dejar de boicotear lo que aún no ha terminado de construirse.
Chihuahua merece un transporte digno. Y eso no se logra con nostalgia por lo que no servía, sino con visión, paciencia y compromiso.
Mayra Machuca
Abogada, Activista, Columnista, Podcaster.
Especializada en análisis y asesoría jurídica, cuenta con experiencia administrativa y jurídica con habilidades destacadas en la resolución de problemas y coordinación de tareas. Experta toma de decisiones estratégicas. Activa en Toastmasters y Renace y Vive Mujer.
