Estimados lectores, en artículos anteriores de este espacio he reiterado que la dirección de tesis no es una obligación académica, sino una obligación ética y social. Las becas SECIHTI son un compromiso entre México, el becario y la institución; son fondos públicos destinados a formar profesionales que contribuyan al desarrollo del país y no constituyen un privilegio, aunque debemos reconocer que sí constituyen un derecho. Al aceptar la responsabilidad de dirigir una tesis, los directores de tesis adquieren el compromiso de guiar, orientar y supervisar el trabajo de los becarios, pero también de velar por el uso honesto y eficiente de los recursos públicos.
Pero la vida diaria nos presenta casos difíciles. Existen estudiantes que, a pesar de los recordatorios y del seguimiento que se les brindan, violan de forma reiterada los compromisos adquiridos en el convenio firmado. Dicen tener problemas personales, laborales, familiares y escolares, pero nunca logran avances reales en la tesis y cada mes llega el formato para firmar un reporte que, muchas veces, está lejos de la realidad. Firmar dichos informes sin fundamento equivale, en la práctica, a certificar una simulación y a permitir que los recursos nacionales continúen fluyendo hacia los mismos actores que incumplieron. Con el tiempo, permitir la falta de cumplimiento se convierte en una práctica peligrosa que socava la credibilidad del sistema de becas y, lo que es peor, genera la percepción de que la falta de compromiso no tiene consecuencias.
Ante esta situación, las alternativas son claras y dolorosas, pero deben considerarse con responsabilidad: por un lado, la cancelación definitiva de la beca constituye una sanción prevista en el reglamento y busca salvaguardar los recursos públicos y dar una señal de integridad institucional. Suspender una beca no es una acción arbitraria; es la aplicación de un reglamento destinado a garantizar que las becas lleguen a personas que realmente lo deseen y puedan aprovecharlas. Por otro lado, el estudiante puede proponer a otro director de tesis si la situación resultainsoportable. Esta opción puede ser adecuada si el estancamiento se debe a incompatibilidades personales o metodológicas y el estudiante demuestra compromiso con sus estudios y solo requiere un cambio en el tipo de acompañamiento. Pero el cambio de director no puede convertirse en un simple mecanismo para eludir la obligación de informar del incumplimiento, sino en una opción legítima en situaciones justificadas.
¡Y lo que no vale es quedarse parado! No hacer nada, soportar en el tiempo la falta de compromiso o firmar informes falsos es hacerse cómplice de un robo a la nación. Las becas SECIHTI son financiadas con el dinero de todos los mexicanos, y cada peso mal gastado es una oportunidad perdida para México. La tolerancia no solo atenta contra la probidad del sistema, sino que también refuerza la desigualdad al negar a otros jóvenes comprometidos la posibilidad de acceder a estos beneficios. El deber de los directores de tesis es indelegable: somos guardianes del sistema de becas y garantes del buen uso del dinero público. La tolerancia ilimitada al incumplimiento no es una virtud pedagógica, sino negligencia administrativa y ética.
Y en este punto, proceder con firmeza no es fracasar, sino asumir la responsabilidad institucional y social. Reforzar los mecanismos de seguimiento, realizar evaluaciones periódicas y, en caso necesario, suspender becas o recomendar el cambio de director son medidas difíciles, pero necesarias, para preservar la legitimidad y la eficacia del sistema de becas. La confianza nacional en nosotros, como directores de tesis, nos obliga a la transparencia y a la rendición de cuentas, y solo con medidas enérgicas podremos mantener el significado y la justificación de la inversión pública en la formación de posgrado.
En suma, cancelar de manera definitiva la beca ampara los fondos públicos y deja en evidencia que el compromiso estudiantil es ineludible, por mucho que pueda considerarse una medida extrema. Solicitar al estudiante que busque otro director puede ser una solución adecuada en caso de que el problema sea una incompatibilidad entre director y estudiante y no una falta de compromiso; sin embargo, debe evitarse que se convierta en un mero procedimiento para postergar el proceso y mantener el incumplimiento. Lo que nunca debe hacerse es no hacer nada, porque eso equivale a convertirse en cómplice de un daño a la nación y a la confianza en nuestras instituciones. La ética, el deber institucional y el respeto al esfuerzo nacional por la educación superior exigen acciones enérgicas y responsables. Solo de esta manera estaremos a la altura de la confianza que México ha depositado en nosotros como educadores y guardianes de los bienes públicos.

Jorge Luis García Alcaraz
Ingeniero Industrial y Maestro en Ciencias de la Ingeniería Industrial conDoctorados en Ingeniería Industrial; Ingeniería, Diseño de Producto y Procesos Industriales; Ciencias y Tecnología Industrial; Ingeniería Mecánica por la Universidad de Zaragoza (España) y Postdoctorado en Procesos de Manufactura.
Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores en el Nivel III e investiga el modelado de sistemas de producción. Recibió el premio estatal de Ciencia, Tecnología e Innovación 2015.
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