“Si estás en Estados Unidos de manera ilegal y deseas unirte a la próxima
protesta en Ciudad de México, usa la app CBP Home para facilitar tu salida”
Post en “X” del Departamento de Seguridad Nacional de los EEUU
La semana pasada, habitantes de algunos barrios emblemáticos de la Ciudad de México, como la Roma, o la Condesa, se manifestaron en contra del fenómeno que, desde hace algún tiempo ya, se viene presentando en sus colonias, el del encarecimiento desmedido del costo de la vivienda y algunos servicios, derivado del arribo de extranjeros y/o nacionales con alto poder adquisitivo, proceso ahora conocido como gentrificación.
La manifestación, que en general fue pacifica, exhibió un problema que no es nuevo ni privativo de la Ciudad de México, pero que no ha recibido la debida atención, por lo menos en nuestro país. Y hubiera sido menos llamativa, si no hubiera sido por un grupo de manifestantes radicales que, aprovechando la marcha, empezaron a vandalizar negocios y grafitear paredes a su paso.
Filias o fobias aparte, ambas manifestaciones, la pacífica y la violenta, nos dejan algunas enseñanzas para la reflexión.
Primero la violenta. Sin entrar en la discusión de si es correcta o incorrecta su forma de manifestarse -en lo personal considero que es incorrecta- debemos tomar nota de algunas de sus consignas, por ejemplo “¡Gringo, vete a casa!”, e inclusive una peor: “¡Habla español o muere!”.
Este grupo de manifestantes, presumiblemente de filiación de izquierda, y que usualmente abogan por los derechos de las minorías, no tienen ningún empacho en exhibirse como xenófobos al “exigir”, la expulsión de extranjeros en general y de norteamericanos en particular y de ser necesario hasta su muerte -aunque sea de manera retorica- como si la búsqueda de mejor calidad de vida fuera un delito. Afortunadamente no lo es.
Si bien, la consigna de expulsar gringos no es nueva, no es más que la traducción directa del ¡Yankee go home! que enarbolamos quienes nos tocó desarrollar conciencia social durante la etapa de la guerra fría. En aquel tiempo, esa exigencia iba dirigida a los soldados, o a los norteamericanos que, de manera descarada o solapada, intervenían en los asuntos políticos de nuestros pueblos, no a los turistas.
Como bien lo señalo la presidenta Sheinbaum, el pueblo mexicano es caluroso con el visitante sin importar la calidad de su visita, ya sea como turista, como exiliado, en tránsito, o como “nómada digital”, categoría esta última de reciente definición y que, efectivamente, tiene relación directa con el problema de la gentrificación.
Aquí es donde entra la otra manifestación, la pacífica. Los habitantes de las mencionadas colonias, y de todos los lugares donde este fenómeno ha venido desarrollándose, como Guadalajara, Oaxaca o San Miguel de Allende en México, Barcelona en España, Roma en Italia, Nueva York en el país del norte y muchos otros más, tienen todo el derecho de exigir a sus gobernantes la solución de un problema real: el desplazamiento forzado de los habitantes originales de dichos lugares ante la incapacidad de hacer frente a los crecientes costos en el precio de las rentas o de las viviendas.
Ya en otras latitudes se vienen tomando acciones para limitar el impacto de este fenómeno, por ejemplo, en Barcelona, se están limitando de manera gradual la emisión de licencias para alojamiento de corto plazo tipo Airbnb, y en Nueva York, el candidato progresista ZohranMambani, obtuvo el triunfo en las elecciones primarias del partido Demócrata, con una propuesta de congelamiento de rentas.
No es mala idea aprovechar la capacidad económica de este tipo de turismo, pues genera derrama económica y por eso, en su tiempo, Claudia Sheinbaum, como jefa de gobierno de la Ciudad de Mexico, firmó un convenio con la mencionada plataforma y la UNESCO, que buscaban promover a la capital como un centro global para el turismo creativo y los llamados nómadasdigitales, pero si hay que generar políticas publicas que limiten el efecto nocivo de los mismos como lo menciono la actual jefa de gobierno, Clara Brugada.
Mas que la inmigración de extranjeros, la base de la gentrificación esta en las desigualdades, sobre eso se debe enfocar la solución al problema. El derecho al lujo de unos cuantos, no puede estar sobre el derecho a una vivienda digna y asequible de las mayorías.
Es cuanto
José Antonio Blanco
Ingeniero Electromecánico. Juarense egresado del ITCJ con estudios de maestría en Ingeniería Administrativa por la misma institución y diplomado en Desarrollo Organizacional por el ITESM. Labora desde 1988 en la industria maquiladora. Militó en el PRD de 1989 al 2001.
En la actualidad, un ciudadano comprometido con las causas progresistas de nuestro tiempo, sin militancia activa.
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