Hay una especie de poder que apesta a privilegio, a soberbia, a Nepo-baby que nunca escuchó un “no”como respuesta. Ese poder que se compra, que se hereda, que se impone a gritos y dinero.Ricardo Salinas Pliego es el más claro ejemplo: un millonario acostumbrado a confundir su fortuna con impunidad y la agresión con carisma.
Pero no es el único. Es el retrato de una generación de hombres que crecieron creyendo que mandar es humillar, que dirigir es someter, y que el respeto se consigue con miedo. Lo que tienen en común es simple: temen perder el control.
Ese miedo se hace evidente cuando una mujer firme, inteligente y capaz como la presidenta Dra.Claudia Sheinbaum los confronta sin levantar la voz. Les incomoda su serenidad, les duele su autoridad, y les aterra su inteligencia emocional. No soportan que una mujer los contradiga sin perder la compostura, que los supere con argumentos en vez de berrinches. Les revienta que la razón no necesite de gritos.
La misoginia de estos personajes no nace del poder, sino de la inseguridad. Necesitan sentirse superiores, marcar territorio, recordar quién “manda”. Por eso, cuando una mujer no se deja intimidar, su ego se tambalea.Son los mismos que en público hablan de democracia y libertad,pero en privado gritan, controlan y abusan de quienes trabajan con ellos.
Al final, su problema no es con las mujeres: es con ellos mismos.
Con su incapacidad para aceptar que su tiempo ya pasó, que el país cambió y que el miedo dejó de ser herramienta de gobierno. Siguen insultando desde sus privilegios, pero cada palabra los delata:son niños caprichosos disfrazados de líderes.
Y si alguien duda, basta mirar los ataques de Salinas Pliego contra la presidenta.
Cada tweet transpira desprecio, soberbia y misoginia. No debate ideas: descalifica personas. No argumenta:ridiculiza. Su obsesión con Claudia Sheinbaum es el reflejo más puro del machismo herido que no soporta ser gobernado por una mujer. Años de privilegios fiscales y contratos a modo lo hicieron creer que el Estado debía girar a su favor. Hoy, frente a una presidenta que no le debe nada,que no lo adula ni lo teme, responde con odio.
El millonario que se burlaba de los pobres ahora se victimiza, porque el país ya no está dispuesto a ser su cajero automático, Banco Azteca acumula numerosos casos de acoso y amenazas por parte de la empresa, mientras el dueño se reúsa a pagar impuestos como todos los mexicanos.
Durante décadas, empresarios como él creyeron que bastaba levantar el teléfono para ajustar leyes y presupuestos a su antojo. Pero México ya no es eI de antes: ya no andamos haciendo favores a los poderosos, ni limpiando los desastres de quienes creyeron que pagar impuestos era opcional.
Eso es lo que realmente le duele: haber perdido el control. Que una mujer no lo necesite, que un gobierno no lo tema, que un país ya no lo admire. Su poder se erosiona, su influencia se apaga y su soberbia lo desnuda. No hay peor castigo para un misógino que una mujer que no lo escucha.
México cambió.Y aunque a muchos les duela, cambió con una mnujer al frente. Una presidenta que no responde con rabia, sino con estrategia; quegobierna con firmeza, sin pedir permiso.

Ángeles Gómez
Fundadora en 2014 de Ángeles Voluntarios Jrz A.C. dedicada al desarrollo de habilidades para la vida en la niñez y juventud del sur oriente de la ciudad. Impulsora del Movimiento Afromexicano, promoviendo la visibilización y sensibilización sobre la historia y los derechos de las personas afrodescendientes en Juárez.


