El liderazgo de Claudia Sheinbaum ha empezado a escribir un nuevo capítulo en la historia política de México. No solo por ser la primera mujer en ocupar la presidencia, sino por la forma en que lo hace: con temple, con serenidad y con una claridad.
Su reciente visita a Washington fue una prueba de fuego y, al mismo tiempo, una lección diplomática. No llegó con el tono sumiso de otros tiempos, sino con la postura firme de quien sabe lo que representa. Frente a líderes que antes hablaron de muros y divisiones, Sheinbaum habló de cooperación, respeto y dignidad. No hubo espectáculo, hubo estrategia. No hubo confrontación, sino inteligencia política.
México fue representado con cabeza fría y corazón firme. Y eso en una era donde la política global parece un concurso de egos es una victoria en sí misma.
La presidenta entiende el poder no como un privilegio, sino como una responsabilidad. Su discurso no está hecho de frases hechas, sino de datos, resultados y convicciones. Tiene la capacidad de explicar un tema económico o ambiental con precisión científica, pero sin perder la empatía de quien conoce la realidad social del país.
Ese equilibrio entre razón y sensibilidad es lo que la distingue. Es científica, sí, pero también es hija de este pueblo. Y lo demuestra no solo con palabras, sino con gestos: recorrer barrios, escuchar comunidades, reunirse con migrantes, apoyar a mujeres artesanas. No es una política de escritorio; es una presidenta de territorio.
Mientras algunos medios internacionales la reconocen por su elegancia —el New York Times la incluyó entre las personas más distinguidas del 2025—, sus atuendos cuentan otra historia. No son un accesorio de moda, sino una forma de diplomacia cultural. Cada prenda artesanal que porta lleva un mensaje político: México no es un país subordinado, es una nación con historia, con creatividad y con orgullo.
Sus huipiles y bordados no solo son bellos: son una declaración. En un mundo que intenta uniformar las apariencias, ella recuerda que la identidad también es una forma de resistencia. Con esos detalles, Sheinbaum proyecta un poder distinto: el de la mujer que sabe quién es y no necesita imitar a nadie.
Por cierto, aprovecho para mencionar que el pasado 6 de diciembre, su liderazgo volvió a sentirse con fuerza en el Zócalo. Miles de personas acudieron a la marcha convocada por la Cuarta Transformación. Allí, la presidenta mostró lo que pocos mandatarios logran: conexión genuina con la gente.
Su mensaje fue claro: desde el Zócalo, Sheinbaum no ocultó lo que considera esencial este gobierno busca terminar con los privilegios de unos cuantos y reconstruir un México donde nadie quede atrás.
Rechazó la idea de subordinación ante cualquier poder extranjero: “No somos colonia ni protectorado de nadie”, dijo, defendiendo con firmeza la soberanía nacional.
Y recordó que la transformación que comenzaron en 2018 no era un experimento pasajero; es un proyecto de nación para generaciones. los avances sociales, la inversión y la estabilidad no son casualidad, sino resultado de un proyecto que puso primero a quienes siempre estuvieron al final. La marcha no fue un acto de propaganda; fue una demostración de respaldo popular y de confianza en una nueva forma de gobernar.
Mientras otros construyen discursos para dividir, ella sigue hablando de comunidad, justicia y futuro. Y esa diferencia es la que empieza a marcar una nueva narrativa política en México.
Nuestra presidenta Claudia Sheinbaum irradia poder, Su fuerza viene de la congruencia. En un país acostumbrado al ruido, ella apuesta por la serenidad. En un mundo que celebra la apariencia, ella defiende nuestra cultura, colores arte.
Su liderazgo representa una transición hacia una política más madura, más honesta y más femenina en el mejor sentido: no de género, sino de visión. Una forma de gobernar que escucha antes de imponer, que argumenta antes de atacar, que dialoga sin renunciar a la firmeza.
México necesitaba una presidenta así: preparada, empática, orgullosa de sus raíces. Una que recuerde que la elegancia más alta está en la coherencia, y el poder más verdadero, en la confianza del pueblo.

Ángeles Gómez
Fundadora en 2014 de Ángeles Voluntarios Jrz A.C. dedicada al desarrollo de habilidades para la vida en la niñez y juventud del sur oriente de la ciudad. Impulsora del Movimiento Afromexicano, promoviendo la visibilización y sensibilización sobre la historia y los derechos de las personas afrodescendientes en Juárez.


