Las lluvias recientes en Ciudad Juárez dejaron más que calles inundadas: dejaron familias devastadas, hogares destruidos y una profunda sensación de abandono. Las imágenes de casas anegadas de lodo, muebles flotando entre el agua sucia, y personas con palas en mano tratando de rescatar lo poco que les quedó, no son solo postales de un desastre natural: son el reflejo de una tragedia social que pudo y debió prevenirse.
Lo más doloroso es que estas familias no solo perdieron lo material —que, en sí mismo, ya es un golpe terrible—, sino también la certeza de estar protegidas por su gobierno. En un país donde existía el Fondo Nacional de Desastres Naturales (FONDEN), estos eventos solían tener una respuesta inmediata con recursos federales. Pero hoy, debido a decisiones erróneas tomadas por el gobierno de MORENA, esos apoyos han desaparecido. En nombre del combate a la corrupción, se eliminó un mecanismo que permitía reaccionar con prontitud ante emergencias como la que hoy vive nuestra ciudad.
La ausencia de recursos no es solo una cuestión presupuestaria, es una muestra de desinterés. Es dejar a los ciudadanos a su suerte. Mientras las familias más vulnerables de Juárez sacan el lodo con sus propias manos, la Federación guarda silencio.
Frente a este vacío, hay que reconocer a quienes sí han actuado. La Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS) de Juárez ha sido un ejemplo de lo que significa el servicio público con sentido humano. En cuestión de horas, activaron su plan de emergencia, desplegando maquinaria pesada, retroexcavadoras, dompes, y cuadrillas de trabajadores para remover lodo de más de 2 mil toneladas acumuladas en calles y hogares. También restableció el servicio de agua potable y drenaje en las primeras 24 horas, algo vital en una ciudad afectada por las lluvias.
Este tipo de acciones no solo representan eficiencia, representan empatía. Ver a personal de la JMAS con palas dentro de las casas, ayudando hombro con hombro a las familias afectadas, es un recordatorio de que el gobierno, con voluntad, puede estar cerca de la gente. Esto es lo que significa tener vocación de servicio: actuar, no solo prometer.
Sin embargo, esto no debe convertirse en una excusa para olvidar las responsabilidades más altas. La tragedia ha revelado lo obvio: muchas familias viven en zonas de alto riesgo, esto también ha sido negligencia y silencio de administraciones municipales de muchos años. Estas familias juarenses han perdido todo, y si no hay una respuesta integral que incluya reubicación segura y digna, no solo estarán expuestos a otra pérdida material, sino a la pérdida de sus vidas.
Hoy más que nunca, es necesario alzar la voz. El Municipio y el Gobierno Federal deben asumir su responsabilidad. Ciudad Juárez, especialmente el norponiente requiere atención ante el desastre, hay grandes pendientes como el servicio de energía eléctrica, que CONAGUA de trámite a los proyectos de construcción de presas y pozos para contener tragedias como esta. Ya no basta con culpar a la naturaleza o al pasado. Las decisiones de hoy tienen consecuencias, y cuando los gobiernos fallan, los ciudadanos sufren.
Ciudad Juárez no merece ser olvidada. Y quienes han sufrido esta catástrofe, merecen más que palabras: merecen acción, dignidad y justicia. Es momento de exigir a los gobiernos, pero también en momento de solidaridad y trabajo en conjunto como juarenses. Donemos y apoyemos a las familias que lo han perdido todo.

Marisela Terrazas
Ex Diputada por el PAN en Chihuahua. Doctorante en Ciencias de la Educación por la Universidad Libre de Bruselas, Bélgica. Maestra en Educación por UTEP, ex directora del Instituto Chihuahuense de la Juventud y experta en políticas públicas juveniles.


