En los últimos años, la austeridad se ha convertido en un lema central de la Cuarta Transformación (4T). Desde su llegada al poder, Morena ha promovido la austeridad republicana como símbolo de honestidad, justicia social y respeto al erario público. Sin embargo, la práctica cotidiana de algunos servidores públicos ha demostrado una creciente incongruencia entre el discurso y la acción. Viajes internacionales en primera clase, vehículos y casas de lujo, restaurantes caros y ropa de marca contrastan con las críticas que en el pasado estos mismos funcionarios hacían a los excesos del gobierno anterior.
La austeridad, en su definición más estricta, no es un simple acto de restricción presupuestal: es una obligación ética de los servidores públicos de evitar derroches y destinar los recursos al bienestar de la población. Según datos del INEGI, más de 40 millones de mexicanos viven en pobreza, y el gasto público mal administrado amplifica esta desigualdad. En este contexto, el lujo de unos pocos resulta especialmente reprochable.
El problema no es la riqueza en sí misma, sino el uso del poder para financiar estilos de vida personales con recursos públicos. Gobiernos en países de la OCDE muestran que la austeridad efectiva se refleja en decisiones congruentes: reducción de privilegios, transparencia en gastos y asignación clara de recursos a programas sociales. Por ejemplo, en Alemania y Canadá, los funcionarios de alto nivel enfrentan límites claros en gastos de representación y viáticos, lo que evita la percepción de derroche o favoritismo. Comparado con esto, los ejemplos documentados en México de ostentación entre servidores públicos muestran un desfase preocupante entre principios y práctica.
Es especialmente grave cuando la incongruencia política se convierte en normalizada. No se trata de un debate ideológico: incluso desde la perspectiva de la centroizquierda, que promueve políticas de bienestar y redistribución, el uso indebido del erario es inaceptable.
La austeridad no debe ser un instrumento de propaganda; debe ser un compromiso diario y transparente, ejemplo para la ciudadanía y garantía de respeto hacia quienes más lo necesitan.
Hago un llamado a todos los mexicanos a ejercer la responsabilidad personal y social: es legítimo aspirar a una mejor calidad de vida, a adquirir bienes y disfrutar de comodidades, pero esto debe lograrse con esfuerzo propio, trabajo constante y ética. No podemos permitir que se lucre con la pobreza ni que el erario se use como fuente de privilegios.
Cada ciudadano que se esfuerza y progresa debe inspirar un modelo distinto al de quienes confunden poder con lujo y ostentación.
En conclusión, la austeridad y la congruencia no son opcionales; son fundamentales para que un gobierno mantenga legitimidad y confianza. El reto de la 4T es demostrar que sus principios no son retórica política, sino práctica real. Solo así se logrará un gobierno que sirva a la mayoría y no a unos pocos, y que enseñe que el progreso personal se construye con esfuerzo, no con atajos ni privilegios.

Mayra Machuca
Abogada, Activista, Columnista, Podcaster.
Especializada en análisis y asesoría jurídica, cuenta con experiencia administrativa y jurídica con habilidades destacadas en la resolución de problemas y coordinación de tareas. Experta toma de decisiones estratégicas. Activa en Toastmasters y Renace y Vive Mujer.


