Para mi el día del padre es una celebración completamente similar a la del día de la madre. Mi papá fue un hombre presente y de gran relevancia en el caminar de mi vida. Hoy en la familia que he formado, mi esposo también es un hombre que juega un rol trascendental en el hogar y sobre todo en la paternidad de mis hijos. Entiendo que no en todas las familias sucede de la misma manera, seguramente esta fecha nos debe ayudar a la reflexión para redefinir la figura de los hombres y su paternidad.
En los últimos años, hemos sido testigos de una transformación profunda en los modelos familiares y los roles que desempeñan hombres y mujeres dentro de ellos. Entre estos cambios, la figura paterna ha emergido con nuevas exigencias y retos, y es momento de reconocer su relevancia, valorarla y protegerla. Lejos de los estereotipos del padre ausente o autoritario, cada vez más hombres asumen con responsabilidad y ternura el papel de cuidadores activos. Esta evolución no solo es positiva, sino necesaria. En México, según datos del INEGI de 2022, más de 7 millones de mujeres encabezan hogares como madres solteras, lo que representa alrededor del 30% de los hogares del país. Si bien estas mujeres son ejemplo de fortaleza y resiliencia, estas cifras también nos invitan a reflexionar: ¿qué pasa con la figura paterna? ¿Dónde están los hombres en la crianza y el acompañamiento de sus hijos? ¿Y cómo podemos prevenir esa ausencia?
La respuesta no está solo en reclamar responsabilidades, sino en reconstruir el concepto de paternidad desde sus cimientos. Significa enseñar a los varones, desde pequeños, que cuidar, expresar emociones y estar presentes no los debilita, sino que los dignifica. Significa hablar abiertamente en las escuelas, en los hogares y en los medios de que ser padre no es simplemente un rol biológico, sino un compromiso afectivo, educativo y social. Hoy más que nunca es urgente educar a los niños en la empatía, el respeto y la responsabilidad afectiva. Esta formación desde la infancia es una de las herramientas más poderosas que tenemos para construir un país más justo, menos violento y más humano.
Sin embargo, esta tarea no puede realizarse plenamente si seguimos atrapados en la polarización que ha provocado una parte de la ideología de género. Si bien es innegable que el feminismo ha logrado avances fundamentales para la equidad, también debemos señalar que algunas narrativas actuales tienden a enfrentar a hombres y mujeres, y a colocar a los varones, en muchos casos, como adversarios más que como aliados. No se trata de negar los problemas reales que existen –la violencia de género, la desigualdad laboral, la discriminación–, sino de encontrar formas de avanzar juntos, entendiendo que la solución no es cancelar al otro, sino integrarlo en el cambio. La masculinidad no debe ser combatida, sino transformada y orientada hacia una vivencia ética, consciente y empática.
El nuevo modelo de paternidad implica padres presentes en los partos, en las tareas del hogar, en los juegos, en las conversaciones difíciles, en el acompañamiento emocional. Padres que no solo proveen, sino que se vinculan y educan. Y como sociedad, debemos proteger esta figura, dar espacios para que florezca y no cargarla de estigmas ni sospechas. Defender la figura paterna no es un retroceso, es una forma de sanar. Una forma de crear hogares más estables, niños más seguros y comunidades más fuertes. Porque un padre presente no reemplaza a la madre, pero sí multiplica las posibilidades de bienestar.
Y eso, como sociedad, nos conviene a todos.

Marisela Terrazas
Ex Diputada por el PAN en Chihuahua. Doctorante en Ciencias de la Educación por la Universidad Libre de Bruselas, Bélgica. Maestra en Educación por UTEP, ex directora del Instituto Chihuahuense de la Juventud y experta en políticas públicas juveniles.


