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    diciembre 4, 2025 | 23:36

    El Gobierno y La Iglesia Detienen El Progreso

    Publicado el

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    Todo lo que existe está predispuesto y tiende a perfeccionarse de manera natural: esta es la evolución. El progreso es el conocimiento y aplicación de las leyes naturales de la evolución en beneficio del hombre. Es legítima la pasión del hombre de aspirar a disfrutar lo que le otorga el progreso hoy y no esperar a que la evolución se lo dé mañana.

    Ese es el objetivo de la ciencia: conocer los principios y condiciones de los procesos en los fenómenos naturales que orientan a la perfección y aplicarlos en provecho y en favor del individuo. Sin duda alguna, esos movimientos hacia la perfección, de la evolución y el progreso, deben realizarse en libertad absoluta; si se impide el ejercicio de la libertad, nunca alcanzará la perfección y tendremos una obra mal concebida.

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    La sociedad, en el dilema de ser un género natural o una creación del hombre: en el primero, es evolución, en el segundo, es progreso; en ambos, la sociedad se extiende y desdobla hacia la perfección. La evolución es independiente de la existencia del hombre, exista o no exista el hombre, hay evolución. El progreso es obra del hombre: el grado de concebir y construir que alcance el individuo, es el nivel de progreso. En la evolución el hombre carece de responsabilidad; en el progreso, el individuo es responsable en base a que es producto del ejercicio de su libertad.

    Trabajemos en este escrito. Entendamos este postulado: el hombre en el empleo de su libertad, crea y construye la sociedad en busca del progreso. Sí la sociedad fuera producto de la naturaleza, esta evolucionaria por sí sola y el hombre estaría pasivo sometido a la evolución.

    El hombre al construir la sociedad lo hace con un objetivo firme: Refugiar su debilidad individual en la fuerza y seguridad de la sociedad; buscando el dominio de la naturaleza para su sustento, es decir, trabajando por el progreso.

    En la formación de la sociedad, de manera peculiar surgen el poder político y el poder eclesiástico: ambos declarando que son los únicos poseedores del conocimiento y procedimientos para que el hombre alcance la perfección; basta la obediencia sumisa del individuo y será orientado exactamente hacia ese fin. Apariencia que oculta su ambición de someter al hombre a un estado de esclavitud para dominarlo y explotarlo.

    La historia certifica que es una constante en la formación de todas las sociedades la existencia de estos dos poderes: el terrenal y el divino; unidos en sociedad en algunas épocas, independientes y autónomos en otros tiempos; más continuamente limitando la libertad del individuo en todos sus aspectos y especialmente obstaculizando la libertad del hombre a buscar su beneficio y aprovechamiento legítimo por el conocimiento de los fenómenos de la naturaleza; desvirtuando y corrompiendo la misión y tarea del hombre, negándole así toda posibilidad de progreso.

    En nuestro tiempo. Hoy el ejercicio, en la educación oficial, del poder político y el poder eclesiástico es casi absoluto: generalmente la participación del individuo en los procesos educativos es nula; el empleo de su libertad esta cancelado y se somete resignado a los dictados de estos dos poderes.

    A pesar, que el artículo tercero Constitucional prescribe que la educación debe desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y el criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico y luchará contra la ignorancia y sus efectos: las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios: el poder político y el poder eclesiástico planean la educación de la sociedad de manera subjetiva, de forma caprichosa y no en los términos objetivos Constitucionales.

    La educación o instrucción que hoy se imparte por el gobierno, con apoyo de la Iglesia, a nuestra niñez y juventud en las escuelas oficiales y particulares, no cumple con la misión o tarea última y básica del hombre: obtener los conocimientos básicos de las leyes de la naturaleza para aprovecharse de los recursos naturales en beneficio de la humanidad y así alcanzar el progreso.

    Aún perdura el afán, del poder político y de cierta manera en complicidad con el poder eclesiástico, de evitar al máximo que el individuo progrese a través de la obtención del conocimiento: lo hace con un proyecto de educación raquítico y alejado de las actualizaciones en la ciencia; carente de los fundamentos para luchar en contra de la superstición y la ignorancia.

    Orientan hoy la educación y la instrucción de la sociedad los enemigos del progreso: el poder político y el poder eclesiástico. El individuo necesita libertad en las aulas para desarrollar y armonizar sus aptitudes que lo llevaran a la perfección. Necesita libertad absoluta para encontrar la aplicación de las leyes naturales en su propio beneficio y así acercar el progreso y perfección a la sociedad.

    Es cuánto ¡un abrazo fraterno!

    Originalmente publicado el 31 de Agosto de 2015

    Guillermo Chavez
    Guillermo Chávez

    Abogado. Filósofo. Columnista.
    Buen amigo y consejero, entusiasta. Publicamos cada semana tu columna, en tu espacio en tu memoria.
    Descansa en Paz.
    Hasta pronto querido amigo.

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