En Chihuahua, hablar del relleno sanitario ha sido, durante años, una especie de tabú político. Un tema incómodo que se evadía con turnos a comisiones, silencios convenientes o simples excusas técnicas. Esta semana, eso cambió. Con 25 votos a favor, el Congreso decidió llevar el debate al propio relleno sanitario, donde las familias viven entre el humo, los lixiviados y la indiferencia.
Esa decisión no fue casual ni producto de la inercia legislativa. Fue resultado de una exigencia ciudadana que llevamos al pleno y que, pese a las maniobras para postergarla, se impuso con fuerza. Logramos que la Comisión de Desarrollo Urbano sesione allá, en el sitio del conflicto, frente a los vecinos, las universidades y las autoridades municipales. El debate saldrá del aire acondicionado del Congreso y se instalará entre la basura y el olor que los chihuahuenses respiran todos los días.
No se trata solo de un acto simbólico. Se trata de poner el poder público frente a la realidad. Quienes toman decisiones sobre el territorio y la salud de las personas deben mirar de frente lo que sus omisiones han causado. Por eso, propusimos que el alcalde Marco Bonilla y las dependencias responsables acudan a rendir cuentas, no ante mí, sino ante la ciudadanía.
Durante años se nos ha dicho que los problemas ambientales se resuelven con comunicados, estudios o promesas. Pero los hechos demuestran otra cosa: el crédito de 132 millones aprobado para un nuevo relleno sanitario terminó convertido en un pleito judicial, sin obras, sin resultados y con millones gastados en trámites. Mientras tanto, los vecinos siguen respirando contaminación.
Este paso no es un triunfo personal, sino ciudadano. Es el reflejo de que la gente organizada puede mover al poder. Y también es una muestra de que el Congreso puede ser más que una oficina de trámites: puede ser un espacio que exija rendición de cuentas y asuma su papel como contrapeso.
No creo en la política que esquiva los temas difíciles. Creo en la que se ensucia los zapatos, escucha y da la cara. Por eso dije en tribuna: “Si quieren estudiar el tema, que lo estudien allá: frente a los lixiviados, frente a los vecinos, frente a la verdad.” Y eso es exactamente lo que haremos.
Defender el medio ambiente no es una bandera ideológica, es un deber moral. Proteger a las familias chihuahuenses no es una consigna partidista, es una obligación humana. Y en esta ocasión, el Congreso decidió estar del lado correcto de la historia: del lado de la gente.

Brenda Ríos
Orgullosa Chihuahuense. Amo y respeto la naturaleza. Soy mamá de Alex Benjamin, Austria Camila y esposa de Alex LeBaron. Mi pasión siempre ha sido el servicio público/civil, me inspira luchar por grandes causas que cambien el mundo. Empresaria agrícola y consultora ambiental.


