En días pasados se llevó a cabo en nuestra ciudad la Asamblea General del Sindicato Industrial de Trabajadores y Artistas de Televisión y Radio (SITATYR), Chihuahua y Juárez estuvieron presentes por medio de sus alcaldes, y los dos coincidieron al unísono en una declaración. En medio del tablero político local, cuando les tocó su tiempo al micrófono reafirmaron su compromiso con los medios de comunicación y se erigieron como defensores de la libertad de expresión en un país donde el periodismo parece estar bajo asedio.
Un gesto necesario ante las recientes amenazas de censura a la prensa que han tomado demasiada fuerza:
Tomemos el de Héctor de Mauleón, el periodista que en mayo de 2025 enfrentó una denuncia por supuestas calumnias y violencia política de una diputada de Morena, un proceso que analistas ven como acoso judicial disfrazado de justicia. O que decir cuando le bajaron su columna en El Universal porque daba datos del “huachicoleo”, antes de que este se destapara públicamente.
O la “ley mordaza” de Campeche, aprobada en junio de 2025, que obliga a algunos medios a someterse a revisión por medio de un censor, que revisa las publicaciones antes de que vean la luz. Si le convienen al gobierno del estado van, si no, simplemente no. Un control que la ONU tildó de “regresión autoritaria” y Artículo 19 la llamó “censura institucionalizada”, todo para silenciar críticas a la gobernadora Layda Sansores.
No olvidemos el cierre de medios en Puebla bajo la ley contra el ciber asedio, que en junio de 2025 dejó a tres periódicos locales sin voz por supuestamente “incitar al odio”, según la fiscalía estatal, o el caso de Jorge Luis González en Veracruz, donde un diario regional fue inhabilitado por supuestamente demandar contra el gobernador Cuitláhuac García.
En total, 39 periodistas y 12 medios enfrentaron demandas en 2025, un aumento del 25% según Reporteros Sin Fronteras, con Puebla y Campeche como epicentros de esta ola represora.
Así que la importancia de que los alcaldes Cruz Pérez Cuellar y Marco Bonilla asumieran ese papel no es menor ni gratuito: el silencio institucional frente a la censura tiene un costo democrático enorme. Cuando un político respalda públicamente el periodismo libre, envía un mensaje claro: que no se acepta que se pretenda “poner mordaza” con jueces, comisionados, fiscales disciplinados, censores o mecanismos discrecionales de sanción. Bien por los que ya van que encarrerados a la gubernatura estatal.
Y hablando de silencios incómodos, la gobernadora Maru Campos, en su llamado a la lealtad panista y a evitar “golpes bajos” entre los “adelantados” –esos aspirantes que ya se codean para 2027–, soltó una perla que roza lo cómico: no se había dado cuenta de las pintas en bardas que proclaman a Daniela Álvarez como presunta candidata. ¡Vaya, qué despiste de doña Maru!
Mientras la presidenta estatal del PAN, Álvarez, ve su nombre aerosolado en muros como si fuera un anuncio de refresco, Campos jura que no lo vio venir, un lapsus que huele a diplomacia forzada en un partido donde las bardas ya funcionan como oráculos electorales.
Y Sergio Nevárez, el director de la JMAS que maneja el agua con la precisión de un relojero, confirmó su interés en contender, pero –atención al matiz– nomás hasta ahí: porque él está enfocado en su chamba, dice, con esa modestia que bien sabe que “si la cantas, vale el doble”.
Qué escena tan chistosa: la gobernadora Campos pidiendo paz entre panistas que ya se miran de reojo, Álvarez con sus bardas proféticas que la gobernadora “no vio”, y Nevárez soltando su interés como quien deja caer una migaja, sabiendo que, en Chihuahua, donde el PAN sueña con recuperar bastiones como Juárez, cada declaración es un paso en el baile de las candidaturas.
En el tablero de Morena (que no se ve que se estén peleando por Juárez, solo por el estado, han de sentir la ciudad muy segura) y el PAN (queriendo recuperarla, aunque vayan gateando), las cartas ya se están moviendo; lo que parecía arte discreto ahora se hace público y mientras quienes presumen “unidad verbal” muestran fisuras que se hacen foto fratricida.

César Calandrelly
Comunicólogo / Analista Político


