A ver, yo sé que todos mis queridos lectores están esperando mi opinión sobre los informes de actividades de los funcionarios de la 4T, pero aunque es un tema que me gustaría tocar, creo que en el episodio de Los Analistas del viernes pasado —que, por cierto, deben verlo porque quedó muy bueno— me faltó hablar sobre un tema que me está consternando más de lo normal. Y es que no puedo concebir esta nueva moda que trae la disque oposición, si es que de oposiciones todavía podemos hablar. ¿Pero qué onda con esta moda que impuso Lilly Téllez desde un canal de televisión estadounidense, pidiendo disque auxilio porque supuestamente la mayoría de los mexicanos queremos una intervención extranjera para combatir el crimen? No sé de qué mayoría está hablando realmente, porque si de algo estoy seguro es que las preferencias y los votos dicen todo lo contrario. Creo que hemos visto, democráticamente, el sentir de una mayoría mucho más participativa en lo que a sufragio corresponde que la que observamos en cualquier buena época de la oposición cuando les tocó ser, en su momento, partido en el poder o partidos aliados… bueno, ustedes me entienden.
Y luego, pues ya sé, ya me había quejado —porque de eso me quejo, de que no existe una oposición real, desgraciadamente— y resulta que, como oposición, también están demasiado faltos de ideas sobre qué hacer para llamar la atención. Bueno, ahí, con un golpe en la antigua sede del Senado, quiso llamar la atención el exgobernador que se adueñó del PRI, y ahora resulta que, pese a todas las problemáticas en las que, por su naturaleza, le gusta enredarse, también salió con el argumento de que está siendo víctima de una “persecución política”. Cosa que lleva diciendo años por todos los señalamientos que ha tenido durante su administración como gobernador del estado de Campeche.
Fue como si se tratara de nuestro “Papá” acusar al gobierno encabezado por nuestra presidenta de “narcogobierno” y de “persecución política” en el mismísimo Capitolio… de los Estados Unidos. O sea, deja tú la desfachatez con la que fue a quejarse cuando tiene un proceso abierto en su contra del cual no puede ir a la cárcel —porque goza de fuero constitucional al ser diputado federal—, sino además la manera en que se le ha comprobado que obtuvo predios enormes y de lujo a las orillas del mar en Campeche, donde fue gobernador, y una casa de millones de dólares que adquirió, peor que la de Noroña, pero esta sí en propiedad privada y con todo el paquete completo. Y claro, con ese proceso encima, muy seguramente terminará perdiendo parte de su patrimonio.
Pero tan ridículo fue el show, que solo pudo tener contacto con una representante —creo que del estado de Florida—; la verdad es que tan pobre estuvo su actuación y denuncia que fue como decir: “órale, qué chida tu party”. Es que no entendemos, o sea, ¿qué piensa? Pero bueno, eso no lo es todo, porque no, querido suscriptor, esto es una carrera, y como carrera hay que ver quién más se suma a los protectores de estas argumentaciones que, faltos de un asesor jurídico y político, se ven en suma necesidad de contratar uno. Porque, querido lector, es impresionante la caricatura política en la que parece que vivimos. Y pese a las críticas —que no soy el único— todavía hay más, y mucho más de qué hablar.
Y es que aquí también tuvimos a nuestro trumpista más patriótico, vestido de estrellas blancas con fondos azules y un águila de cara blanca tatuada en el pecho, que cuando peor creíamos que la estábamos pasando quienes formamos parte de esa “mayoría” (sarcasmo: a mí no me manchen en ese arroz), llegó como chapulín colorado nuestro flamante diputado local, investido de fosfofosfo, Francisco Sánchez, a pedirle a Marco Rubio y denunciar el “narcogobierno”, alegando que la mayoría pedimos la intervención de su gran gobierno (el Milei chihuahuense, digamos), porque estamos exhaustos de ese yugo criminal en el que —según él— nos tienen viviendo estos cutratransformeros. Aventó su cartita y, bien orgulloso, dijo: “yo no me quedo atrás, si Lilly Téllez dijo y Alito también, aquí en Chihuahua también tenemos un enamorado del Tío Sam y ojalá considere mi actuar digno de una green card”.
La verdad, lo veo como ironía y, más allá de divertirme con palabras más y palabras menos, lo que busco es el entendimiento de lo que sí opinamos la mayoría. Entendemos que muchas veces sí se vive incertidumbre en muchos hogares de México y, en especial, en Chihuahua hemos pasado por temas que nos sacuden y nos ponen la piel chinita. Está bien que nuestros representantes levanten la voz por aquellos que, tal vez, no sean mayoría, pero sí son ciudadanos que merecen vivir en paz, respetándoseles todos sus derechos y, también, cumpliendo con sus obligaciones, porque así como exigimos, también debemos cumplir.
El punto de mi crítica no está en que levanten la voz o digan dimes y diretes —sé que es parte de su obligación como representantes del pueblo—, sino en que deben entender que las formas lo son todo. Y en este caso, que una disque oposición vaya a poner su queja con “papá Trump” es una traición a la patria. Pedir la intervención, aunque sea para un caso concreto, de otro Estado está tipificado teórica y normativamente como traición a la patria. Es preocupante que, como representantes del Estado mexicano, no tengan ese conocimiento o no cuenten con un asesor que les diga: “oye, ahí no te metas, porque estás incurriendo en lo que prometiste no hacer”.
Este es el momento en que, como pueblo, debemos criticarles y exigirles cuentas de su actuar, porque hay algo más importante que la ideología, la creencia, la fracción, el sentir religioso o el partido: nuestra patria. Y ante eso, la solución no está en ir al norte a otro país, cuando el Estado mexicano forma parte de tratados internacionales que son norma vigente y aplicable según la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los cuales establecen mecanismos internacionales para canalizar cualquier denuncia de esa naturaleza. No corresponde a un país vecino —que no tiene injerencia en nuestra soberanía—, sino a las organizaciones internacionales con las que México ha pactado normas y procedimientos.
Y es que antes que cualquier cosa hay que tener presente algo: PATRIA ANTES QUE PARTIDO.

Daniel Alberto Álvarez Calderón
Político y abogado chihuahuense con experiencia legislativa y empresarial. Exsubdelegado de PROFECO, ex dirigente del PVEM en Ciudad Juárez y cofundador de Capital and Legal. Consejero en el sector industrial y financiero, promueve desarrollo sostenible e inclusión social.


