Como base del desarrollo científico mexicano se encuentra el programa de becas de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SECIHTI), una inversión financiada con recursos provenientes de los impuestos de todos los mexicanos. Este programa es la apuesta de México por formar investigadores (a nivel de maestría y doctorado) de alto nivel que contribuyan a resolver los desafíos y problemas nacionales. Sin embargo, en mi opinión, una tendencia creciente amenaza este noble objetivo: la normalización de becarios que dividen su tiempo entre sus estudios de posgrado y empleos en el sector industrial, desvirtuando el propósito fundamental de estas becas.
Ser becario de la SECIHTI implica adquirir un estatus especial dentro del sistema científico mexicano. Estos estudiantes no solo reciben un monto económico mensual, sino que son reconocidos con beneficios de trabajadores del Estado, tales como el acceso a servicios médicos del ISSSTE. Este apoyo integral busca garantizar su dedicación prioritaria a la formación académica rigurosa. Si bien la normatividad contempla mecanismos para la vinculación con el sector productivo, existe una línea crítica entre la colaboración académica genuina y el simple empleo paralelo que resta tiempo y energía a la formación científica.
La realidad muestra un panorama preocupante donde numerosos becarios mantienen compromisos laborales de tiempo completo mientras cursan posgrados que exigen lo mismo. Esta situación ocurre frecuentemente con la anuencia tácita de directores de tesis y comités tutorales, quienes priorizan relaciones institucionales o conveniencia sobre la calidad formativa. Las consecuencias de esta situación son evidentes: investigaciones superficiales, tesis con aportaciones mínimas y prolongación innecesaria de los tiempos de graduación. Lo más grave es la normalización de estas prácticas, que envía un mensaje ambiguo sobre el poco compromiso de las partes involucradas y es que trabajar y estudiar no está mal, lo malo es no dar cumplimiento a los compromisos contraídos con la SECIHTI, priorizando los laborales.
El impacto trasciende lo individual. El sistema científico mexicano, que enfrenta limitaciones presupuestarias crónicas, ve comprometida su productividad y relevancia internacional. Los fondos públicos terminan siendo mal utilizados, mientras que la calidad general de la investigación nacional se erosiona gradualmente. Así, la percepción pública sobre el valor de la inversión en ciencia se deteriora ante resultados que no reflejan el potencial real de los investigadores y los objetivos perseguidos por la SECIHTI.
Revertir esta tendencia requiere acciones equilibradas y realistas. Es necesario que los estudiantes becarios entiendan que recibir una beca significa el compromiso de dedicarse de tiempo completo a sus estudios, cumpliendo con los compromisos contraídos. Las instituciones académicas deben fortalecer los mecanismos de seguimiento, mientras que la SECIHTI podría desarrollar esquemas formales que reconcilien la relevancia industrial con la excelencia académica. Paralelamente, una revisión de las asignaciones de becas que priorice a estudiantes de tiempo completo sería bien recibida.
Sin embargo, debe mencionarse que la beca de la SECIHTI es un derecho para todos los alumnos, pero también se contraen obligaciones que están obligados a cumplir. Los estudiantes posgrados requieren realizar investigación para sus tesis, dedicación de tiempo completo y un alto compromiso con México. Además, deben entender que hacer un posgrado no solo es asistir a sus clases y aprobar las asignaturas; el país requiere algo más en retribución por esa beca que han recibido.
El futuro científico de México depende de decisiones que honren tanto la confianza pública como la integridad académica. Directores de tesis, comités tutorales, coordinadores de posgrado y los propios becarios comparten la responsabilidad de asegurar que cada peso invertido genere el máximo retorno en conocimiento y capacidades. La excelencia científica nacional solo florecerá cuando el compromiso con la formación académica sea reconocido por todos esos entes involucrados.

Jorge Luis García Alcaraz
Ingeniero Industrial y Maestro en Ciencias de la Ingeniería Industrial conDoctorados en Ingeniería Industrial; Ingeniería, Diseño de Producto y Procesos Industriales; Ciencias y Tecnología Industrial; Ingeniería Mecánica por la Universidad de Zaragoza (España) y Postdoctorado en Procesos de Manufactura.
Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores en el Nivel III e investiga el modelado de sistemas de producción. Recibió el premio estatal de Ciencia, Tecnología e Innovación 2015.
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