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    diciembre 3, 2025 | 6:57

    La corrupción quedó atrás. ¿Pero de qué?

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    La corrupción no se elimina, sólo se transforma. Quien afirme que la eliminó o la terminó, le hace falta entender la naturaleza humana y su declaración no es otra cosa que demagogia pura. Para ello tendría que eliminar primero la maldad en el corazón humano. Que es de donde la corrupción emana. ¿Entonces, qué es lo que se puede hacer con la corrupción? Sólo controlarla.

    Claudia Sheinbaum asegura que la corrupción quedó atrás. Pregunto: ¿atrás de qué? ¿Atrás de la silla presidencial? ¿Atrás de los discursos de campaña? ¿Atrás de las alfombras donde se barre lo que no conviene mostrar?

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    Y todavía más: cuando afirma que “en México ya no hay corrupción”, ¿a qué México se referirá? Porque al México que yo veo todos los días, ese que hace filas, que paga mordidas, que enfrenta trámites eternos y burócratas con la mano extendida, la corrupción no se le quedó atrás, se le sigue montando en la espalda.

    No es la primera vez que Sheinbaum lo dice. En 2019, como jefa de Gobierno de la CDMX, sentenció que: “atrás quedó la época de la corrupción… se acabaron los moches, empresas fantasmas, comisiones ilegales en obra pública”. En 2023, ya como candidata presidencial, repitió: “Se acabó la corrupción, se acabaron los privilegios”. Y en agosto de 2025, ahora como presidenta, lo volvió a proclamar: “En México se acabó la corrupción… eso es del pasado”.

    Cada declaración tiene algo en común: el contraste inmediato con la realidad. Apenas unos días después de su frase triunfalista, explotaron nuevos escándalos en Pemex: sobornos, relojes de lujo, mochilas con dinero en efectivo y un exdirector detenido en Estados Unidos por vínculos con Odebrecht. Todo esto mientras Sheinbaum decía que eso ya no existe. La realidad la contradijo en cuestión de horas.

    Y no es novedad. Su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, repitió hasta el cansancio —más de 800 veces en discursos, mañaneras y giras— que “ya se acabó la corrupción”. Al mismo tiempo, la Auditoría Superior de la Federación documentaba irregularidades por más de 127 mil millones de pesos en su sexenio. El contraste era grosero: la narrativa presidencial contra la corrupción era eso, pura narrativa.

    La corrupción, como bien dijo el primer Fiscal Anticorrupción del país, cuesta hasta 15 mil millones de pesos al año solo en trámites burocráticos. Es decir, ni siquiera hablamos aquí de los grandes fraudes de cuello blanco, sino de lo que usted y yo padecemos en ventanillas, permisos, licencias, moches y trámites que parecen diseñados no para resolver, sino para ordeñar al ciudadano.

    Y el costo social es aún mayor: el desabasto de medicinas. ¿Qué es si no corrupción el que un enfermo tenga derecho al servicio de salud, pero deba comprar su tratamiento porque el hospital no lo tiene? Eso no es solo una falla administrativa: es corrupción que mata y además viola los derechos humanos.

    Entonces, volvamos a la pregunta inicial: ¿qué hacer con la corrupción? Eliminarla, imposible. Controlarla, sí. Pero controlarla requiere una decisión que no se dicta en conferencias de prensa ni se resuelve con frases huecas. Se controla con leyes que se cumplen, con instituciones fuertes y con una ciudadanía que deja de tolerarla.

    Decir que “la corrupción quedó atrás” es, en el mejor de los casos, un autoengaño; en el peor, es cinismo. Porque quien gobierna sabe que la corrupción está más viva que nunca, y que negarla no la mata: la fortalece.

    Es claro que la corrupción no se podrá eliminar y sí controlarla. Lo que requiere de una decisión libre, meditada, voluntaria, personal donde la matonía sea la base de ella. Mientras, serán declaraciones demagógicas de quienes quieren, pero no saben y menos pueden. Ahí, El Meollo del Asunto.

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    Daniel E. Valles

    Periodista y comentarista de radio y televisión. "El Meollo del Asunto" y "La Familia es Primero" son sus principales herramientas periodísticas que se publican en medios impresos y digitales en diversas geografías de habla hispana.

    Ha sido merecedor de diversos reconocimientos como conferencista y premios de periodismo, entre ellos, la  prestigiosa Columna de Plata, que otorga la Asociación de Periodistas de Ciudad Juárez.

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