El tráfico de fentanilo ha sido uno de los principales temas en la agenda de seguridad entre México y Estados. Washington ha presionado a las autoridades mexicanas para frenar el flujo de esta droga sintética hacia su territorio, argumentando que ha provocado una crisis de salud pública sin precedentes. Sin embargo, tras diversas estrategias y operativos, un nuevo problema se vislumbra en el horizonte: el fentanilo que ya no irá en la misma cantidad a Estados Unidos una parte importante se quedará en México.
Este giro en el tráfico de drogas podría convertirse en una de las crisis más devastadoras de los últimos tiempos. Si antes veíamos imágenes impactantes de consumidores de fentanilo en las calles de Filadelfia, San Francisco o Portland, a personas devastadas por la adicción, ahora podríamos estar ante una pandemia de zombies en México, que ha sido históricamente un país de tránsito y producción de drogas, pero no de consumo masivo. No obstante, la disponibilidad de fentanilo a nivel local podría cambiar esa realidad. El mercado interno es un escenario aterrador. Aquí el acceso a tratamiento para adicciones es nulo y podría tener consecuencias catastróficas.
Si el mercado estadounidense se cierra, los grupos criminales necesitarán nuevas fuentes de ingresos. Esto significa que las extorsiones, secuestros y otros delitos violentos se dispararán. La lógica es sencilla: si los narcotraficantes no pueden vender su mercancía en USA, deberán encontrar maneras alternativas de obtener dinero.
La historia de México ya ha demostrado que cuando el narcotráfico enfrenta dificultades para traficar drogas, recurre a la violencia contra la sociedad para sostenerse. Un claro ejemplo es lo que ocurrió tras la fragmentación de los grandes cárteles en los años 2000, cuando la lucha por territorios desató una ola de homicidios, secuestros y extorsiones en todo el país.
El narcotráfico y otros grupos delincuenciales no operan de manera aislada. Para que una estructura criminal funcione a gran escala, necesita cómplices en el poder político y empresarial. En cada sexenio, los vínculos entre criminales y políticos se hacen más evidentes.
No es coincidencia que algunos estados con mayor presencia del crimen organizado también sean bastiones políticos de ciertos partidos. La complicidad entre narcotráfico y política es un tema que pocos se atreven a señalar abiertamente, pero que se convierte en un secreto a voces cuando los operativos federales parecen favorecer a ciertos grupos sobre otros.
En este contexto, las instituciones de seguridad están debilitadas, y la ciudadanía queda expuesta. ¿A quién protege realmente el gobierno? ¿A los ciudadanos o a los cárteles?
Si México no logra detener el tráfico de fentanilo, Estados Unidos lo hará, ya que ha intervenido en países por razones mucho menos urgentes que una crisis de salud pública que ha matado a más de 100,000 estadounidenses al año. Me surge una pregunta, ¿Qué pasará con la cocaína? ¿Que si pasa a USA y que no? No imagino un Wall Street sin cocaína. Igual que México tiene responsabilidad en el contrabando de armas de USA a nuestro país, Estados Unidos no ha detenido el tráfico de fentanilo en sus fronteras y no acepta que allá, también hay cárteles.
Si USA decide intervenir, ¿atacará a México o a quienes le hacen daño a México? Algunos sectores en México ya utilizan la narrativa de la soberanía nacionalista para rechazar cualquier intervención extranjera. Pero envolverse en una bandera nacionalista para proteger a grupos delictivos es, en realidad, una traición a la ciudadanía. Defender la soberanía no debería significar permitir que los cárteles operen impunemente.
El gobierno mexicano tiene dos opciones: enfrentar de manera real y efectiva la amenaza del fentanilo o permitir que el país se convierta en un infierno de adicciones y violencia. Pero para ello, se requiere una estrategia integral que ataque no solo el tráfico de drogas, sino también la corrupción, el lavado de dinero y la complicidad dentro de las estructuras del poder.
México aún tiene una oportunidad de evitar el peor escenario, pero cada día que pasa sin una acción contundente, nos acerca más a una crisis sin retorno.

Fernando Schütte Elguero
Empresario inmobiliario, maestro, escritor, y activista en seguridad pública. Destacado en desarrollo de infraestructura y literatura.
Las opiniones expresadas por los columnistas en la sección Plumas, así como los comentarios de los lectores, son responsabilidad de quien los expresa y no reflejan, necesariamente, la opinión de esta casa editorial.


