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    abril 23, 2024 | 9:55

    La guerra no le deja nada bueno a nadie: Juarense rescatado de Ucrania

    Publicado el

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    Javier Don Lucas, menciona que esta experiencia le ha permitido ver la importancia de la ayuda entre los seres humanos, y que por más pequeña que sea esta, siempre habrá de dejar un aspecto positivo en la humanidad.

    Ciudad Juárez, Chih . (ADN / Arturo Hernández) –
    Luego de una semana de viacrucis en la que tuvo que recorrer miles de kilómetros para poner a su familia a salvo de los bombardeos rusos sobre Ucrania, el juarense Javier Don Lucas, considera que la guerra no deja ningún beneficio a nadie, e hizo un llamado a la comunidad internacional para que ayude a los ucranianos, los cuales, según lo mencionó son los menos culpables de las diferencias de los gobernantes de ambos países.

    Con voz pausada, y en ocasiones entre cortada por las emociones, el juarense, quien es músico de profesión y egresado de la UACJ, menciona que llegó a Ucrania en el 2014, cuando en compañía de su esposa visitaron a su familia política, ya que su pareja es de aquel país, sin embargo ya no pudieron regresar a México por algunos imponderables que se presentaron, iniciando una vida que lo llevó a ejercer su profesión en Leópolis, ciudad ubicada al norte, cerca de la frontera con Polonia, hasta que los lamentables hechos entre las dos naciones en conflicto lo trajeron de vuelta a Juárez, no sin antes haber luchado por su sobrevivencia y la de su familia, enfrentando largos recorridos nocturnos para evitar los aviones rusos que, sobrevolaban el cielo para dejar caer su carga mortífera sin importar que las victimas fueran personas inocentes.

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    ”Desde el primer día de los bombardeos, el pasado 28 de febrero, inició nuestro calvario porque la guerra nos agarró en Kiev, a donde habíamos acudido a realizar algunos tramites de mi familia, precisamente para obtener la documentación que nos permitiera abandonar el país ante las posibilidades de una guerra, misma que nos tomó de sorpresa y que ya no nos permitió volver a nuestro hogar en Leópolis, ciudad ubicada al norte de Ucrania”, menciona de entrada.

    “A partir de ahí, y con el deseo de abandonar la zona del conflicto, hubo noches en las que caminamos largas distancias con temperaturas de hasta 8 grados centígrados bajo cero, a la distancia las alarmas se dejaban escuchar alertando a la ciudadanía de los bombardeos rusos; fueron momentos difíciles, y en esos momentos le pedía a Dios que nos permitiera salir con bien, y que nos llevara a otro refugio en donde poder descansar y sobre todo, evitar alguna esquirla, o alguna bomba de los rusos”, narra.

    “En esos recorridos lo que también me motivaba eran mi esposa y mi pequeño de tres años de edad, a quien en mis brazos trataba de proteger de los fuertes vientos y de las bajas temperaturas, y fue por ellos que trate de no rendirme, y pese a que hubo momentos de flaqueza; mi familia era el motivo para continuar luchando, y por lo que le decía a Dios que me permitiera la vida para entregársela a mi familia”, agrega.

    Toma una pausa frente a los compañeros de los medios de comunicación, mientras alguien le acerca una botella de agua para que se refresque la garganta, y es que no es para menos, recordar las dificultades que tuvo que sortear para salir de Ucrania, sin duda le provocan emociones que tiene que reprimir ante los presentes.

    En su narrativa, menciona que en su peregrinar se encontró con mucha gente que les ayudó, a el y a otras personas más que buscaban como salir de Ucrania para ponerse a buen resguardo, entre los que se encontraba otro mexicano nativo de Tijuana, y a quien recordó con el nombre de Tomás, con quien compartió su aventura y sus ánimos de salvar a sus familias del peligro.

    “Tomás y su servidor hicimos equipo para sacar a nuestras familias a un país neutral; entre los dos nos apoyamos mutuamente para seguir adelante, y en esos momentos de prueba, ahí estábamos el uno con el otro para, ahora si, sacar fuerzas de nuestra flaqueza y para continuar adelante”, menciona, mientras hace una pausa a causa de los recuerdos, al mismo tiempo que respira profundo para tomar aire y evitar la llegada de alguna lagrima que delate su sentir.

    Una vez recuperado por los recuerdos que se le galopan en el pensamiento, Don Lucas, continúa con su relato con un lenguaje sencillo y pausado, como intentando no olvidar los detalles, y es que las emociones parecieran quererle traicionar, pese a que solo han pasado algunos días de los hechos.

    “Hubo noches que nos tuvimos que refugiar en las estaciones subterráneas del tren, en donde miles buscaban un lugar para emigrar a cualquier lugar, presentándose escenas de mujeres con niños en brazos que caían a las vías del ferrocarril, porque eran miles de personas que en su desesperación por un lugar en los vagones, atropellaban a otras que buscan el mismo objetivo, lo que prácticamente era imposible por el bajo número de vagones, pero afortunadamente, tanto la familia de Tomás, como la mía, logramos emprender un recorrido de Kiev a Moldavia, en donde se invierten cinco horas de viaje, pero que con la intención de esquivar los bombarderos rusos, los conductores tuvieron que rodear para evitar ser victimas de algún proyectil, e hicimos más de 20 horas, sin embargo, logramos salir de Ucrania, y ponernos a salvo”, agrega.

    ”En Moldavia, nos encontramos a una familia de mexicanos propietarios de un restaurante, y quienes por al menos dos días nos dieron alojamiento y alimentación, hasta que finalmente logramos tomar un camión que nos llevó a Bucarest, a donde llegamos a la embajada de México, y en donde se nos comunicó que el gobierno de México había enviado un avión de la fuerza área para repatriarnos junto a nuestras familia, lo mismo que a otros mexicanos que se encontraban en la zona de guerra”.

    ”No se como agradecerles a todos los que nos ayudaron en nuestra travesía, en donde nos encontramos con gente de un gran corazón, entre ellos, mi amigo Tomás, oriundo de Tijuana, y con quien emprendimos juntos la odisea de cruzar al menos tres naciones para ponernos a buen resguardo”, dice.

    De retirada, menciona que esta experiencia le ha permitido ver la importancia de la ayuda entre los seres humanos, y que por más pequeña que sea esta, siempre habrá de dejar un aspecto positivo en la humanidad “Si salvas a un ser humano, salvas a la humanidad”.

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