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    marzo 29, 2024 | 4:34

    Es piloto del Biblioavión Francisco Yarza, capitán de aviación con 43 años de experiencia

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    Todos los días recibe a decenas de estudiantes que conocen cómo se fabrica y se pilotea una aeronave.

    Ciudad Juárez, Chih.- Por más de cuatro décadas, Francisco Yarza Sámano piloteó aviones de distintos tamaños, voló a distintos países en cinco continentes y se enfrentó a situaciones agradables y desagradables; por su edad ya no vuela las aeronaves, pero se sigue haciendo cargo de una, el Biblioavión, una biblioteca pública en la que ahora transmite sus conocimientos y experiencias a estudiantes de nivel básico.

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    Vestido con su impecable uniforme de piloto aviador, Francisco recibe todos los días en el Biblioavión a los estudiantes de distintas escuelas, a quienes les narra la forma en que se fabrican los aviones, la pintura especial que deben llevar y la forma en que se pilotea una aeronave.

    Se desempeñó por 43 años como piloto y capitán en distintas aerolíneas nacionales e internacionales, por lo que durante mucho tiempo piloteó por cinco continentes; además del español habla inglés, malayo y alemán.

    Ahora, el capitán forma parte de la Dirección de Educación Municipal y dedica su tiempo al Biblioavión, ubicado en la avenida Heroico Colegio Militar y calle Moctezuma, en El Chamizal. El lugar cuenta con libros digitales, una cabina con goggles para realidad virtual, un simulador de vuelo, computadoras con distintas plataformas virtuales y sala audiovisual.

    A los 17 años, Francisco inició su carrera como piloto, aunque desde los 8 años volaba en un avión DC-3 de carga junto a su padre, también piloto aviador, quien le enseñó todo respecto a las naves.

    Francisco Yarza Sámano es originario de Chihuahua capital, pero tiene un profundo amor por esta frontera. Desde muy joven se fue a estudiar la preparatoria a Estados Unidos en una escuela militar y en ese tiempo su padre falleció en un accidente aéreo en Acapulco.

    “Cuando pasó eso, mi madre no quería que siguiera la carrera de piloto, pero después de que la convencí fue mi más grande apoyo dentro de la aviación”, expresa el hombre de 77 años de edad, quien ha pasado por experiencias de todo tipo.

    Comenta que empezó a pilotear profesionalmente con líneas aéreas pequeñas en la Ciudad de México y de ahí como copiloto en un avión privado del Banco de Crédito Ejidal, luego regresó a Chihuahua y empezó a volar por toda la sierra; posteriormente, a los 17 años de edad, trabajó como piloto privado con el expresidente municipal de Juárez, Francisco Villarreal Torres.

    Tras una convocatoria en la Ciudad de México, el joven piloto se quedó a trabajar en la empresa Aeroméxico, donde voló un DC-3 y un DC-6, aunque después se fue a la aviación general, donde conducía hacia el Bajío, Ciudad de México, Monterrey, San Antonio, Laredo, Houston, Acapulco, Puerto Vallarta, Mazatlán, San Diego, Las Vegas y Nueva York.

    Posteriormente, el piloto fue de los primeros que empezó a volar líneas aéreas alimentadoras, pero después siguió su carrera en la empresa Aeroméxico, donde piloteaba los aviones jet, el DC-9, luego el DC-8, con los que hizo vuelos internacionales a Canadá, Estados Unidos, Europa, Buenos Aires, Caracas, Ámsterdam, Toronto, Montreal, Boston, Atlanta y Filadelfia, entre otros.

    Poco tiempo después y luego de haber presentado varios exámenes, llegó el ascenso de Francisco para convertirse en Capitán del DC-9, lo cual había anhelado por mucho tiempo.

    “El primer vuelo que hice de comandante del DC-9 ha sido de mis vuelos más memorables porque fui víctima de un secuestro aéreo. Ese día, cuando voltee a mi lado izquierdo y no tenía más que el cristal, yo decía: Dios mío ya no tengo capitán a quién preguntarle, ya todo dependen de mí y de las acciones que vaya a hacer”, expresa.

    Esa ocasión, el capitán recibió una carta con amenaza de una bomba, la cual explotaría en el avión si no atendía las demandas.

    “Salí de la cabina a reunirme y calmar a los supuestos terroristas, y algo que me impactó mucho es que en la primera hilera de pasajeros venía una señora joven dándole pecho a su bebé y eso me hizo darme cuenta de la gran responsabilidad que traía en las manos”, dice el piloto.

    Francisco dialogó con los hombres y los convenció para que no dañaran a ningún pasajero, pues el vuelo salió de esta frontera rumbo a la Ciudad de México, con escalas en Chihuahua y Torreón.

    El capitán se dio cuenta de que los secuestradores del avión solo intentaban que encarcelaran a médicos del Seguro Social y que reincorporaran a sus compañeros de trabajo, por lo que gracias a su intervención, al llegar a la Ciudad de México, las personas fueron detenidas por agentes de la Procuraduría General de la República, quienes llegaron disfrazados de mecánicos.

    “Esa vez solicité a los centros de control descender 10 mil pies y a los pasajeros les dije que había turbulencia extremadamente severa y teníamos que descender, que no se fueran a asustar, llegamos a la Ciudad de México y convencí a los secuestradores que estuvieran tranquilos y que ya estaba todo bien, pero los pasajeros nunca se dieron cuenta de la situación hasta que aterrizamos y detuvieron a los hombres”, narró como la primera de muchas experiencias que vivió.

    En 1988 estuvo como instructor de adiestramiento de pilotos, sin embargo, decidió irse a la línea aérea Tours para viajar a Indonesia, lo cual le dio la oportunidad de volar a Australia, Asia, Singapur, Filipinas, Tailandia, Hong Kong y Malasia. Después regresó a la línea aérea AeroCancún y ahí sobrevoló Sudamérica y Europa.

    Posteriormente se fue a volar la empresa Korean Air, la mayor aerolínea Surcoreana, con la que voló a los Emiratos Árabes Unidos y vivió por tres años en Indonesia. Después hizo un vuelo a Malasia, pero tuvo una experiencia riesgosa, por lo que prefirió regresar como capitán a AeroCancún. Más tarde inició como empresario pero debido a la diferencia de profesiones, decidió regresar a esta frontera donde ya jubilado, fue invitado a trabajar en el Bibliavión.

    “Este trabajo en el Municipio lo hago con mucho amor y cariño y me sigue entusiasmando y me siento muy contento. No extraño la altura porque en ocasiones vuelo con amigos, aunque por la edad no puedo pilotear yo, pero sí me conformo con volar”, agrega.

    El capitán está casado con una aeromoza alemana, con quien tuvo dos hijas y tres nietos.

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